El cultivo en guerrilla se define como el cultivo en un bosque o monte, normalmente alejado del domicilio y en muchas ocasiones abandonado a su suerte. Para muchos cultivadores que no disponen de jardín, huerto, un espacio interior o tan siquiera un pequeño balcón o terraza, es la única opción posible para autoabastecerse. En principio no es el cultivo más sencillo, pues las plantas tendrán que vérselas a diario con todo tipo de insectos de todo tipo y con animales como jabalíes, que encontrarán un pequeño bocado que llevarse a la boca y un suelo blando y húmedo donde rebozarse.
Por supuesto, no se puede obviar que éstos lugares pueden ser frecuentados por senderistas, maderistas, cazadores, cicloturistas, Seprona, etc. Y los robaplantas, una plaga cada vez más extendida que ya no sólo se limita a robar plantas que se encuentra de casualidad, sino que también se dedica a buscarlas. Pero es cambio, se trata de un cultivo muy agradecido, ya que con los mínimos cuidados conseguiremos grandes rendimientos. Cierto es que uno de los factores más decisivos para ésto es la suerte de que en nuestra aventura no se nos crucen plagas, ni animales, ni personas. Pero también influye en gran modo nuestra forma de hacer las cosas.
BUSCANDO EL MEJOR LUGAR
Puede que lo más complicado sea buscar el lugar adecuado. Como comentábamos, cada vez los montes españoles están más frecuentados. Así que el lugar perfecto para el cultivo en guerrilla, es aquel que encontremos donde las plantas reciban gran cantidad de horas de sol, no se divisen a simple vista, que cuente con un manantial o riachuelo cerca pero el terreno no sea muy húmedo, que se pueda acceder por dos o más caminos diferentes por si algún día en uno de ellos hay “movimiento”… Es complicado que se cumplan todos estos requisitos, pero siempre deben influir a la hora de ubicar nuestras plantas.
PREPARAR EL TERRENO
Dependiendo del monte o bosque escogido, puede contar con un suelo inmejorable producto de años de trabajo de los microorganismos establecidos, o por el contrario es un suelo árido y arcilloso que conviene mejorar. El color y textura serán decisivos a la hora de valorar usar el sustrato existente, o bien optar por enriquecerlo. Por temas de transporte, una gran opción es usar humus de lombriz líquido que mejora la aireación del sustrato, y fibra de coco prensada que hidrataremos en el sitio. También son interesantes los polímeros hidro-absorbentes, que mejoran la retención de agua y nutrientes.
LA VARIEDAD A CULTIVAR
Igualmente, dependiendo de la zona debemos optar por unas variedades u otras. En climas de veranos cortos, la mejor opción son las variedades índica e híbrido de floración corta. En climas cálidos como el mediterráneo, las sativas pueden finalizar sus largas floraciones por la escasez de lluvias en octubre y noviembre.
Si sospechamos que nuestra guerrilla pueda llamar demasiado la atención, las variedades autoflorecientes son también una buena opción. Su condición de plantas bajas y compactas, además de que se cosechen en 2-3 meses desde la siembra, permite que los robaplantas que están muy activos en los meses de agosto en adelante, se encuentren un cultivo ya cosechado y secando.
DISCRECIÓN
Desde el primer día, debes ser discreto en todos tus movimientos de guerrilla. Lo que menos interesa, es que alguien descubra o sospeche de nuestra actividad. Siempre que sea posible, visita el cultivo a distintas horas y por diferentes lugares. Si tienes que hacer limpieza de rastrojos o podar alguna rama, no lo hagas de modo que se vea a distancia. También si es posible, pon “trampas” como ramas cerrando la entrada, así podremos saber si alguien ha pasado por ahí o no. Y por supuesto, no dejes tirado ningún envase, ni plásticos ni ningún material contaminante por simple respeto por el medio ambiente.
