Y existiendo un Silicon Valley en el mundo de las computadoras, existe un Colombia en el mundo de las flores.
Son muchos ya los que comparan el presente de las compañías de cannabis medicinal con el que desde hace unos años atraviesan los gigantes de la tecnología, Google, Amazon, Apple, Facebook y Microsoft.
Y existiendo un Silicon Valley en el mundo de las computadoras, existe un Colombia en el mundo de las flores. La comparación es más fácil de digerir. Teniendo en cuenta que empresas inmersas en este negocio tienen capacidad de generar miles de empleos en el país sudamericano. Una hectárea puede llegar a generar utilidades netas entre los 3 millones y 8 millones de dólares. La mayoría de las tierras explotadas están en las regiones de Boyacá y Quindío, en el centro y oeste del país.
Sin embargo, esto no ocurrió de la noche a la mañana y fue necesario vencer viejas estructuras ideológicas. Como ocurrió con el padre Carlos Eduardo Osorio. Durante tres décadas, y como líder religioso, recomendó a sus feligreses no beber ni fumar sustancias como cigarrillo o marihuana. Hoy, con sus convicciones intactas y siendo gobernador del Quindío, le da la bendición a un cultivo de cannabis medicinal.
“Cuando me presentaron este proyecto me sonó al revés: ¿un cura dándole la bendición a un plantío de marihuana? ¿Y me lo propone un ateo?”, cuenta el sacerdote y gobernador con tono burlesco, al recordar cuando Alberto Montoya, gerente general de Plantas Medicinales de Colombia (Plantmedco), le propuso edificar sus instalaciones en el departamento que representa.
La reacción de este mandatario no es diferente al repudio que por años diversas organizaciones, entre ellas la Dirección Nacional de Estupefacientes, buscaron provocar en los colombianos con respecto a la marihuana. El lema de su campaña fue “No cultives la mata que mata”, que se hizo popular mediante un comercial de televisión que mostraba la hoja de esta planta con una mirada villana y colmillos de vampiro ensangrentados.
De allí que empresas como Plantmedco y Clever Leaves, entre otras de la emergente industria del uso científico y medicinal de esta planta, se refieran a ella como cannabis y no marihuana, un pequeño esfuerzo para evitar que en el imaginario social se confunda a la “mata que mata” con la mata que, según dicen, alivia.
Los proyectos como los de la firma colombiana Plantmedco, dedicada a la plantación, el cultivo, la extracción de aceite y la generación de productos derivados del cannabis medicinal, han atraído la mirada de inversionistas internacionales dispuestos a destinar, aproximadamente, 40 millones de dólares para su desarrollo. Claro que todo es posible gracias a una regulación que les permite operar en el país.
En entrevista con El Espectador, Julián Wilches, cofundador y director de asuntos corporativos y regulatorios de Clever Leaves, compañía que, como Plantmedco, hace parte del negocio del cannabis medicinal, afirmó que el punto de partida de esta industria en Colombia se dio gracias al decreto 2467 de 2015, que regula la Ley 30 de 1986, que enmarca el Estatuto Nacional de Estupefacientes en el país. “Colombia se demoró casi 30 años para dar este paso”, señala con asombro el directivo.
La aprobación del Congreso y firma del Presidente
La regulación avanzó todavía más, en julio de 2017, al lograr lo que Wilches considera un segundo hito: la aprobación del Congreso, y la firma del presidente, de la Ley 1787 de 2016, que se consolida como la ley marco del cannabis medicinal en Colombia. “En agosto del mismo año también se presentaron cinco resoluciones de ministerios de Justicia y Salud que reglamentan el decreto. Ahí se completa el marco regulatorio para el cannabis y comienzan las primeras operaciones empresariales”, precisa.
Según el presidente de Plantmedco, Iván Darío Arias, una hectárea de cannabis puede generar utilidades netas entre los 3 millones y 8 millones de dólares. Es decir, un promedio de 5,5 millones de dólares. Teniendo en cuenta que compañías como Clever Leaves y Plantmedco actualmente disponen de cinco hectáreas dedicadas a la plantación. Y que anualmente pueden tener hasta cuatro cosechas. A cálculo de servilleta cada una podría recibir ganancias cercanas a los 22 millones de dólares cada año. Estas cifras esperan multiplicarlas con el paso del tiempo. Por ejemplo, Clever Leaves proyecta expandir sus cultivos y alcanzar las 100 hectáreas para 2023. Cifras nada despreciables, y todavía sin afinar el lápiz.
Por Rama