Uno de los mayores difusores de la ciencia de finales del siglo pasado también fue un consumidor regular de cannabis. En un ensayo de juventud escribió sobre los beneficios que esta hierba trajo a su vida e incluso a su trabajo.
Carl Sagan probablemente fue el más importante difusor de la ciencia de la última década del siglo XX: astrónomo, astrofísico, cosmólogo y conductor de series televisivas, Sagan también fue un fumador habitual de cannabis. En una biografía publicada en 1999 (sólo tres años después de la muerte de Sagan), Keay Davidson reveló que Sagan incluso llegó a escribir un ensayo a favor de la marihuana.
En 1969, a la edad de 35 años, Sagan escribió un ensayo autobiográfico con el pseudónimo “Mr. X.”, donde resalta los beneficios que el cannabis atrajo a su vida. Sagan describe cómo la hierba aumentó su experiencia sensorial y le mostró una nueva forma de apreciar el reino espiritual: “un sentimiento de comunión con mis alrededores, tanto animados como inanimados.”
A decir de Sagan, consumir cannabis también mejoró la forma en que disfrutaba del sexo en su vida personal, pero tal vez lo más interesante sean las “devastadoras” ideas científicas, creativas y sociales que desarrolló en parte a través de la experimentación con estados alterados de conciencia.
El disfrute de la música se vio especialmente beneficiado, y gracias al texto de Sagan podemos describir lo que mucha gente ha sentido al abordar la música mediante el filtro de la cannabis: “Por primera vez he sido capaz de escuchar por separado las partes de una armonía de tres elementos y la riqueza del contrapunto. Desde entonces he descubierto que los músicos profesionales pueden mantener por separado las secciones interpretándose simultáneamente en sus cabezas, pero esta fue la primera vez para mí.” A continuación un pasaje más extenso:
No me considero una persona religiosa en el sentido estricto de la palabra, pero hay un aspecto religioso en ciertos estados psicoactivos. La sensibilidad agudizada en todas las áreas me da una sensación de comunión con mi alrededor, tanto con lo animado, como con lo inanimado. A veces una especie de percepción existencial de lo absurdo me sobrecoge y veo con terrible claridad ciertas posturas hipócritas que tenemos los seres humanos. Otras veces, hay otro sentido de lo absurdo, una lúdica y veleidosa conciencia. Ambos sentidos de lo absurdo pueden ser comunicados, y algunos de las elevaciones (highs) más gratificantes que he tenido han sido al compartir estas percepciones y este humor. El cannabis nos lleva a la conciencia de que hemos pasado la vida entrenados a pasar de largo, olvidar y salirnos de nosotros mismos. Un sentido de lo que el mundo en realidad es puede ser enloquecedor: el cannabis me ha traído algunos sentimientos que me muestran lo que es estar loco, y cómo usamos esa palabra “locura” para evitar pensar sobres cuestiones que son demasiado dolorosas para nosotros. En la Unión Soviética, los disidentes políticos son comunmente ostracizados en instituciones mentales. El mismo tipo de situación, tal vez un poco más sutil, ocurre aquí (en Estados Unidos) “¿escuchaste lo que dijo Lenny Bruce ayer? Debe de estar loco”. Cuando colocado en cannabis descubrí que hay alguien dentro de esas personas que llamamos dementes.
Cuando estoy colocado penetro en el pasado, en las memorias de la infancia, amigos, parientes, objetos de juegos, calles, olores y sabores de una era desvanecida. Puedo reconstruir los sucesos actuales dentro de mi infancia que apenas entendía en ese momento. Muchos, pero no todos, de mis viajes de cannabis tienen en ellos un significativo simbolismo que no intentare describir aquí, una especie de mandala entretejido en el viaje. La asociación libre de ese mandala, tanto visual como en juegos de palabras, ha significado una rica serie descubrimientos en mi vida.
Fuente Pijamasurf