Por Mauricio Pombo.– En el 2003, desde esta trinchera, escribí sobre las bondades del cáñamo de la India (Cannabis sativa) –conocido entre nosotros como marihuana–. Resumo: durante siglos, esta planta fue cultivada en gran parte del mundo. Sus bondades iban mucho más allá del importantísimo uso medicinal. En el siglo XVII, en Estados Unidos, se expidieron leyes que prescribían el cultivo de la mata de marihuana –hemp, en inglés–. Durante doscientos años, allí se podían pagar los impuestos con cannabis, como lo señala Jack Herer en su libro del año 1992, Marihuana, el redescubrimiento de una planta útil.
El mapa de los Estados Unidos está lleno de nombres que provienen de la que llegaría a ser la yerba maldita: HEMPstead, HEMPhill y HEMPfield. En Inglaterra, para estimular su siembra, la corona concedía la ciudadanía a los extranjeros que estuvieran dispuestos a cultivarla.
No es casualidad, si se tiene en cuenta que ya los fenicios hicieron las velas de sus barcos con la fibra del cáñamo; los chinos, sus vestimentas; los musulmanes, comida para animales, y otros muchos pueblos, a lo largo del globo, aceite para sus lámparas. La primera Biblia impresa lo fue en papel de cáñamo, y hasta mediados del siglo XIX el papel fue elaborado con base en esta fibra versátil y maravillosa, así como los lienzos de los cuadros pintados durante los siglos XVI y XVII.
Cabe agregar que los primeros bluyines los hizo el alemán Levi Strauss de la misma materia prima. En su libro, Herer subraya el hecho de que la marihuana da una fibra más duradera que el algodón y que los derivados farmacéuticos de la planta son más efectivos que muchos medicamentos tradicionales. Asimismo, es altamente resistente a todo tipo de bichos, y el tiempo que transcurre entre la siembra y la cosecha es de solo cien días. Se trata de la fibra natural más resistente y duradera del planeta.
Sin embargo, el cáñamo fue proscrito. Todo comenzó con el poderoso William Randolph Hearst, quien, enfurecido con Pancho Villa –que le expropió 2.000 hectáreas de bosques–, dio inicio a una campaña en contra de la yerba que consumían ‘los perezosos mexicanos y ‘los negros violadores de blancas’.
No está lejano el día en que vuelva a ser admitido el aprovechamiento de la marihuana con fines farmacéuticos y textiles. Valdría la pena que los colombianos no nos quedáramos atrás, pues la yerba maldita volverá a ser bendita.
Por Mauricio Pombo Fuente