El cannabis como biomasa es una de las mejores alternativas que existen. Pero desafortunadamente, las leyes de muchos países y muchos intereses no hace posible su cultivo en muchos países. En este artículo te contamos las bondades de la especie de cannabis no psicoactiva.
¿Qué es la biomasa?
La biomasa es una fuente de energía renovable que se obtiene de materiales biológicos y residuos orgánicos. Estos materiales incluyen cultivos energéticos, como caña de azúcar, remolacha, madera y cultivos de alto rendimiento, además de residuos agrícolas, residuos forestales y residuos animales.
La biomasa se puede utilizar para producir electricidad que se puede integrar en la red eléctrica nacional. También produce calor que se puede emplear en sistemas de calefacción y calor. Y demás se obtienen biocombustibles líquidos, que se pueden utilizar como combustible para vehículos y maquinaria agrícola.
Además de su carácter renovable, la biomasa tiene una serie de ventajas adicionales sobre los combustibles fósiles. Por ejemplo, la producción de energía a partir de biomasa puede mejorar la seguridad energética al reducir la dependencia de los combustibles importados.
También puede mejorar la economía local al fomentar la producción y el uso de energía renovable a nivel regional.
Sin embargo, la biomasa también tiene desafíos importantes. Por ejemplo, la producción de cultivos energéticos puede competir con la producción de alimentos y requerir grandes extensiones de tierra.
El cannabis como biomasa
En este aspecto, el cannabis como biomasa ofrece un máximo aprovechamiento, pues cuenta con una serie de ventajas que lo hacen único.
Las semillas de cáñamo contienen un 30% de aceite, que es una excelente base para la fabricación de combustibles biodiesel de gran calidad, además de aceite para motores de aviones y máquinas de precisión.
Este aceite cuenta con una eficiencia del 97%, y se puede comparar a otros aceites de semillas de alto rendimiento, siendo además eficaz a temperaturas más bajas que muchos otros biocombustibles. Además, muestra características superiores a los aceites derivados del petróleo.
Este aceite es algo más pesado que el combustible líquido procesado y además contiene una pequeña cantidad de metanol, con una ebullición y viscosidad parecidas al diesel de petróleo, con una emisión muy baja de monóxido de carbono y 75% menos de partículas.
De hecho, durante toda la primera mitad del siglo XIX el gran y único competidor del aceite de ballena como combustible fue precisamente el aceite de cáñamo.
Décadas más tarde, Henry Ford se adelantó a su tiempo asegurando que el 90% de todos los combustibles fósiles que se estaban usando por entonces deberían ser reemplazados por biomasas como el cáñamo, maíz o papel reciclado.
El combustible de cáñamo puede llegar a ser muy económico, es biodegradable, tiene un bajo impacto ambiental, no es tóxico y no escasea.
Si tenemos en cuenta que una hectárea de cultivo de cáñamo produce aproximadamente 1000 kilos de semillas, similar al cultivo de colza, unos 300 litros de aceite de cáñamo.
Además de las semillas, la celulosa de los tallos y que representa hasta un 77% en algunas variedades, se fermenta para producir etanol o metanol con una eficiencia de cerca del 74%.
Es decir que incluso se podría usar el cannabis como biomasa prescindiendo de las semillas, y estas destinarse al consumo humano, ya que están consideradas como un superalimento.
La producción de celulosa por hectárea de materia seca de las plantas de cáñamo puede llagar a las 25 toneladas, muy superior por ejemplo a las cifras de maíz (unas 10), del que se estima que el 30% de la producción, por ejemplo en EEUU, se destinan a biocombustibles.
En 20 años, un cultivo de cáñamo de una hectárea puede producir la misma cantidad de celulosa que 4 hectáreas de árboles. O lo que es lo mismo, que en la misma extensión el cáñamo rinde 4 veces más.
La planta contiene componentes valiosos, como celulosa, hemicelulosa y lignina, que pueden ser convertidos en biogás y bioetanol a través de procesos de digestión anaerobia y fermentación, respectivamente.
Y otro de los puntos a favor del cáñamo, es que es una planta que mínimo produce dos cosechas en exterior al año, con zonas que por su climatología permiten su cultivo todo el año como los países más cercanos al ecuador. El ciclo productivo del cáñamo es muy corto, unos 3 meses de media.
También son cultivos que no precisan grandes demandas de agua y puede ser más sostenible que otros cultivos energéticos. Al ser un cultivo de ciclo corto, no requiere la utilización de pesticidas y fertilizantes en grandes cantidades. Esto lo hace una opción atractiva para aquellos interesados en la producción de energía renovable y sostenible.
Otro factor a considerar es el costo de producción de la biomasa de cannabis. Actualmente, los costos de producción son relativamente altos en comparación con otros cultivos energéticos, como la caña de azúcar y la remolacha. Sin embargo, a medida que la tecnología avanza y la demanda aumenta, es probable que los costos disminuyan.
Conclusión
En resumen, el cannabis como biomasa puede ser una fuente potencial, pero todavía se necesitan más investigaciones y desarrollo tecnológico para su uso eficiente y sostenible como tal. Será importante abordar los desafíos mencionados anteriormente y fomentar la cooperación entre los sectores público y privado para asegurar un futuro sostenible para la producción de energía a partir de biomasa de cannabis