La bio-hidroponía en el cannabis es posible y ya es un hecho en muchas producciones de la planta
Vivimos en una era en la que disponibilidad de agua va a jugar un papel determinante en el desarrollo de las sociedades. La gestión racional de su uso va a primar por encima de todo, y aquellas propuestas que resulten ahorradoras del vital fluido serán vistas con buenos ojos por todos.
Los partidarios y defensores del cultivo de hidroponía esgrimen cada día con mayor énfasis sus argumentos para defender y mostrar a este sistema de cultivo como la tecnología a seguir como modelo de ahorro en agua. Ahora, la alternativa de gestión racional que permita un desarrollo sostenible no va a ser tal cual se concibe a día de hoy al cultivo hidropónico.
Bio-hidroponía en el cannabis ¿Por qué no?
La hidroponía es un sistema de cultivo en el cual se prescinde de suelo con vida para cultivar en un medio de soporte inerte, como son la lana de roca, la vermiculita, la perlita, la arlita o la propia fibra de coco, que aunque sea orgánica no contiene vida microbiana.
El aporte de nutrientes se realiza mediante una solución acuosa por medio de un sistema de riego localizado. El excedente de la fertirrigación que se pierde por lixiviación es recogido, filtrado y reutilizado de nuevo, de tal forma que se permite una reutilización del agua drenada.
La solución nutritiva está hecha a base de abonos de síntesis química que en algunos casos se acompaña con otro tipo de abonos líquidos orgánicos, como el propio humus líquido. Es cierto que la hidroponía ha permitido el cultivo de hortalizas y plantas donde por condiciones climáticas y edafológicas hubiera sido imposible realizarlo.
Un claro ejemplo lo encontramos en la nueva huerta de Europa en la que se ha convertido la semidesértica provincia de Almería.
Partiendo que soy detractor del “cultivo sin suelo vivo”, que es en realidad lo que significa la hidroponía, sea con abonos orgánicos o químicos, entiendo que por circunstancias diversas personas no pueden cultivar cien por cien orgánico sus cultivos.
Queda claro que muchos abonos orgánicos presentan olores pestilentes consecuencia de estar sometido a continuos procesos de descomposición por su propia naturaleza orgánica. Esto llevado a un cultivo indoor en un quinto piso en el corazón de una gran ciudad pues no resulta lo más práctico, aseado y discreto, sino que supone un gran obstáculo que sortear y que lleva a declinar por usar otras técnicas.
También los materiales y abonos orgánicos son menos concentrados que los químicos, aumentando el volumen a transportar de abonos y materiales. Además durante los trasplantes la tierra enguarra en exceso mientras que los materiales utilizados como medio de soporte en hidroponía son más limpios y fáciles de manejar y transportar.
Analizado de este modo, es normal que los más cómodos y prácticos prescindan del cultivo orgánico y se decidan por el cultivo hidropónico.
Queda claro, que una técnica basada en el uso de fertilizantes de síntesis química no supone un desarrollo sostenible y mucho menos limpio, sano y ecológico. Ya hemos comentando en otras líneas publicadas con anterioridad el peligro que supone la fabricación de abonos químicos para la sociedad y el medioambiente.
Los cultivos hidropónicos conllevan a un aumento del elemento agua en la composición de las plantas cultivas así. Los análisis realizados por la Doctora Dolores Raigón a los alimentos cultivados con diversas técnicas han demostrado que el cultivo ecológico da lugar a productos con un mayor contenido en materia seca, es decir, menor retención de agua.
Ello se traduce en un mayor porcentaje de todo aquello que forma la materia seca de un producto en concreto, como por ejemplo, más proteínas, más ácidos grasos esenciales, más aminoácidos, más vitaminas, …. Así que en verdad supone un ahorro de agua, pero lo más significativo es que supone una mayor reducción de la calidad de los productos al tener menor valor alimentario y energético.
Con ello nos encontramos que para fabricar la misma cantidad de materia seca al final del camino hemos consumido la misma agua que si hubiéramos cultivado en tierra con abonos orgánicos.
Como vemos la hidroponía tal cual se plantea hoy no es tampoco la panacea al excesivo consumo de agua que se produce en agricultura. Cabría intentar cambiar el concepto del modo de suministrar los nutrientes a la solución, o mejor dicho, intentar que el origen de los nutrientes sea de procedencia orgánica.
Pero ¿es posible un cultivo hidropónico biológico?, ¿es posible la bio-hidroponía? Antes de afirmar o negar nada deberíamos hacer un pequeño viaje por la historia de la agricultura y ver los orígenes de la hidroponía, sólo así podremos hallar respuestas que nos conduzcan a comprender un nuevo concepto de “cultivo bio-hidropónico”.
¿Orígenes de la hidroponía?
El término “hidroponía” proviene del griego “hydro” que significa agua, y “ponos”, que significa trabajo (Trabajo en el agua), término que fue bautizado en el año 1920 por el Doctor William Gericke. Es difícil fijar exactamente el origen de la hidroponía, algunos autores apuntan que fue en Egipto, donde escrituras jeroglíficas dan testimonio de su existencia.
Hay otros autores que indican que uno de los primeros cultivos hidropónicos fueron los míticos Jardines de Babilonia. Los aztecas también conocían este tipo de cultivo que realizaban en las “chinampas” o granjas en balsas, igual que en el actual territorio de Pakistán donde se hallaban los jardines de los lagos de Kashmir.
Pero no fue hasta mediados del siglo XVII, cuando el científico Robert Boyle realizó los primeros experimentos del crecimiento de plantas en agua. Nació un nuevo interés del mundo científico por este tipo de cultivos y en el año 1699 el Inglés John Woodward realizó otros estudios muy similares con agua destilada en la que diluyó una mezcla de ciertas sustancias.
El Dr. William Gericke padrino del término hidroponía y considerado el padre de la hidroponía moderna, publicó en el año 1929 un artículo titulado “Acuacultura, un medio de producción de cosechas”, pero el entusiasmo inicial fue relegado por una paulatino olvido.
La II Guerra Mundial obligó a recuperar este olvidado sistema de cultivo ante la necesidad de tener que abastecer de hortalizas y verduras frescas a las tropas militares desplegadas en el Sud-Este asiático. Tras el fin de la guerra la hidroponía llevó hasta el pueblo nipón impulsados por la falta de espacio en Japón, y también hasta Israel donde el desierto sus negativas condiciones les impedía cubrir sus necesidades.
Fue más tarde cuando terminó llegando a Europa, sobre todo en los Países Bajos, desde donde fue llevada hasta los propios Estados Unidos y Canadá. A Latinoamérica llegó más tarde como una futura solución al cólera y otras enfermedades derivadas del consumo de alimentos contaminados.
Queda claro, que en sus orígenes más remotos la hidroponía no podía ser de síntesis química, entre otras cosas, porque no todavía no se habían ni descubierto las sales nutricionales ni tampoco se había desarrollado la industria química.
Así que los primeros cultivos hidropónicos estaban fertirrigados con una solución nutritiva de procedencia completamente orgánica o a lo sumo combinada con otros de origen mineral pero nunca de síntesis química.
Las “Chinampas” aztecas, un modelo de bio-hidroponía
El mejor ejemplo de cultivo bio-hidropónico lo encontramos en las chinampas aztecas, esos jardines flotantes que diseñaron para vivir y que al que también concibieron como un sistema agrícola productivo y fácil de abonar y nutrir.
Las chinampas estaban formadas por un entretejido natural de atapalácatl (flora acuática conocida como césped), lodo y tierra. A este islote resultante además lo abonaban con fertilizantes naturales como el guano de murciélagos, lo que les permitía el cultivo de una amplia gama de especies hortícolas con unos resultados ampliamente productivos.
Dentro del postclásico su sistema agrario está considerado como uno los de mayor intensidad productiva a nivel mundial.
Acuaponía, hidroponía y acuicultura combinadas
La acuaponía es una técnica que fusiona el cultivo de hidroponía y la cría de peces. Al llevar a término ambas formas de cultivo, se aprovecha la simbiosis existente entre ambos por lo que se reduce el coste y el impacto ambiental.
Este sistema ha sido puesto de moda en Estados Unidos por grupos de adeptos, que lo ven como un nuevo concepto de huerto urbano y que ha sido acogido como modelo de estudio y desarrollo por varias universidades y centros de investigación.
Fue en la década de los 70 cuando surgió este nuevo concepto de cultivo de la mano de investigadores como William McLarney o Ronald D. Zweig. Esta técnica solo es interesante si además queremos criar peces, pero si solo queremos cultivar cannabis esta técnica resulta inviable, ya que precisa de una sofisticada y cara equitación además de ocupar una amplia extensión de superficie.
La bio-hidroponía en el cannabis está entrando con fuerza y ha llegado para quedarse.