Argentina es una de las principales economías de Sudamérica, sin embargo, vive épocas de vacas flacas; es por ello que buscará aumentar sus exportaciones con el cannabis.
Son varias las administraciones que han entrado al mundo del cannabis medicinal por una necesidad económica que por convencimiento.
La pandemia de covid-19 no ha hecho más que agudizar las crisis económicas, sobre todo en los países en vías de desarrollo, como Argentina.
Entonces, muchos líderes han decidido cambiar la idea que anteriormente tenían con relación al cannabis y se abrieron a la posibilidad de producirlo.
Los más audaces, incluso, integraron al uso lúdico del cannabis a sus jurisdicciones locales.
Otros, más conservadores, sólo se abrieron a la fase sanitaria de la hierba, y hasta han desarrollado proyectos estatales de producción.
En Argentina la situación es similar a la de Estados Unidos, por lo menos en el sentido de que fueron primero las provincias las que se le animaron al cannabis medicinal.
Aunque el Gobierno federal quiere dar una respuesta rápida.
El 1 de marzo de 2020, el presidente argentino, Alberto Fernández, prometió en el Congreso de la Nación legalizar el aborto.
Y la ley llegó, sobre el límite del calendario, el 30 de diciembre.
Un año más tarde, y en el mismo lugar, arremetió contra otro derecho social a conquistar.
Así, dijo que promoverá el cultivo de cannabis con fines medicinales e industriales.
Argentina quiere concretar exportaciones de cannabis
Fernández ha puesto a su gabinete a trabajar en el tema para sacar un proyecto que viaje al Congreso lo antes posible.
Sin embargo, la persona más fuerte al frente de esta iniciativa es el ministro de Desarrollo Productivo de Argentina, Matías Kulfas.
En entrevista reciente con El Cronista, el titular de la cartera productiva dio luz verde a la legalización de la marihuana para uso medicinal.
“Es una oportunidad para aumentar exportaciones”, argumentó.
El ministro de Desarrollo Productivo es quien detalla la visión oficial sobre el cannabis frente a la discusión sobre un nuevo marco legal para la actividad.
Consultado sobre qué oportunidades presenta el cannabis para Argentina, el ministro fue muy optimista.
“El cannabis medicinal es una industria global naciente con perspectivas de crecimiento muy dinámico en los próximos años”.
“Nuestra decisión es avanzar en una apuesta estratégica al desarrollo del sector en la Argentina a partir del diseño de un nuevo marco legal de regulación y promoción”.
“Nuestro país tiene muy buenas posibilidades de posicionarse frente a quienes son hoy los pioneros de la región en materia de producción de cannabis legal, Uruguay y Colombia”.
“La Argentina cuenta con altas capacidades tecnológicas en materia agrícola, una extensa red de laboratorios públicos y privados, y con un ecosistema de instituciones CyT que ya han manifestado su interés”.
“Nuestra expectativa es que, junto al desarrollo de los eslabones primario e industrial, el cannabis medicinal y el cáñamo en la Argentina logren movilizar una serie de servicios intensivos en conocimiento a lo largo de toda la cadena productiva”.
“Por eso entendemos que es una gran oportunidad para generar empleo en todo el país, aumentar las exportaciones y movilizar actividades de alto valor agregado vinculadas a la producción”.
Cómo jugará el sector privado para aumentar exportaciones en Argentina
Kulfas también fue consultado acerca del modelo de regulación diferencial que podrían propiciar para cultivos con propósito medicinal y cultivos con propósito industrial.
“Como se sabe, el cáñamo es una variedad específica de la planta de cannabis que se caracteriza por sus bajísimas concentraciones de THC y, por tanto, con ausencia de efectos psicoactivos”.
“En virtud de ello, el cáñamo en ningún caso puede ser considerado un estupefaciente en los términos de la ley penal”.
“Sin embargo, de acuerdo a la experiencia observada en otros países, es necesario regular y controlar la actividad para evitar que en los cultivares de cáñamo se oculten cultivos no autorizados de cannabis psicoactivo”.
“Nuestro objetivo es que la regulación responda a esquemas de control eficientes que logren una ‘trazabilidad total’ de los procesos y los subproductos generados y así se evite toda posibilidad de desvío al mercado ilegal”.
En cuánto al sector privado, Kulfas cree que “tiene que tener un rol importante para jugar en la cadena productiva, sobre todo en materia de inversiones”.
“Desde ya, esto debe ser acompañado de una fuerte regulación del Estado, tal como sucede en el resto de las actividades vinculadas a productos medicinales”.
“Hay espacio para todos los actores. El rol de la legislación es garantizar que cada actor sea parte del proceso que permita que el sector pueda crecer”.
El corazón del debate por estos tiempos en los países de Latinoamérica que deciden legalizar cultivos es simple:
¿Producción para extracción o flor seca? Esa es la cuestión.
Por un lado está Colombia que restringe su producción para la extracción e industrialización posterior.
Por el otro Uruguay y Ecuador que, en cambio, permiten la exportación de la flor.
¿Qué camino tomará Argentina?
“En términos estratégicos, nuestro objetivo pasa por desarrollar una cadena productiva capaz de agregar valor a lo largo de los distintos eslabones involucrados”, dice Kulfas.
“Dado que nuestro país tiene todas las condiciones necesarias -naturales, científicas, tecnológicas y de recursos humanos calificados- como para llevarlo a cabo”.
“Resulta claro que una mayor densidad y complejidad de los eslabonamientos presentes a lo largo de la cadena fortalecerá la potencialidad que presenta el sector para crear empleos calificados en las economías regionales y para exportar”, finalizó.
Con todas las cuestiones que aún están pendientes de debatir, Argentina se encamina a producir cannabis y, si lo hace bien, aumentar las exportaciones de un país que necesita dólares.
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