La cocina cannábica está más de moda que nunca, especialmente en usuarios de cannabis medicinal que buscan una alternativa saludable para su consumo. Si algo tiene de bueno, es que tanto cannabis como sus derivados (hachís, BHO, Rosin, etc), son muy sencillos de añadir a cualquier receta. Sólo se deben tener en cuenta dos aspectos.
Uno, que el cannabis necesita descarboxilarse, es decir que sus cannabinoides pasen de su estado ácido al neutro. El THCA que no es psicoactivo se convertirá en THC que sí lo es. El CBDA se transformará en CBD, etc. Para ello debemos someter a la hierba a una temperatura aproximada de 115-120º durante 30-40 minutos.
Y otro, que el cannabis es liposoluble, es decir que los tricomas necesitan un material graso que actúe de solvente. A cualquier receta que lleve mantequilla, nata, aceite o leche, como ingredientes más comunes, le podremos añadir cannabis y derivados sin ningún tipo de problema.
INGREDIENTES
- 6 cucharadas de mantequilla cannábica o cannabutter.
- 50 gramos de azúcar
- 50 gramos de miel
- 1 plátano maduro
- 200 gramos de copos de avena
PREPARACIÓN
Como siempre, la primero es integrar el cannabis en un ingrediente graso. En este caso contamos con mantequilla, así que comenzamos haciendo una cannabutter. Para ello calienta un tarro de mantequilla hasta que se derrita a fuego suave. Añade unos 10 gramos de cannabis triturado y deja que se cocine unos 40 minutos removiendo de vez en cuando y controlando que no adquiera demasiada temperatura para evitar que la mantequilla se queme.
Una vez pasados los 40 minutos, cuela usando un colador fino o un filtro de café para retirar la materia vegetal y quedarse únicamente con una mantequilla líquida con los cannabinoides integrados. Debemos dejar que enfríe a temperatura ambiente hasta que adquiera textura de pomada.
En un recipiente, añadimos los copos de avena, las 6 cucharadas de cannabutter, el azúcar, el plátano maduro y la miel. Con la ayuda de las manos, amasamos todos los ingredientes hasta obtener una masa uniforme. Puede que resulte complicado por la poca cantidad de ingrediente líquido, pero merecerá la pena.
Sobre una bandeja de horno colocamos un papel de horno antiadherente y vamos situando sobre ella las tortitas que iremos dando forma con las manos. Puedes usar moldes también, añadiendo una poca masa en su interior y extendiendo con los dedos. Y ai lo prefieres, puedes extender toda la masa sobre la fuente para hacer después pequeñas porciones.
Hornea las tortitas a 200ºC durante unos 10 minutos o hasta que estén doradas. Retira del horno y deja que enfríen un poco antes de meterlas en el congelador para que terminen de cuajar y se endurezcan. Hasta ese punto, serán gomosas y poco manejables.
Para terminar, espolvorea cada tortita con azúcar glas y báñalas ligeramente con miel. También puedes poner sobre ellas unas rodajas de plátano si son para consumir en el momento. Si son para conservar durante un tiempo, se recomienda conservarlas en un bote hermético.
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prueba estas tortitas riquisimas