“La plantita floreció cuando fue satanizada”
Joaquín, El Chapo, Guzmán, capo de capos
El doctor Clemente Valdés Sánchez, miembro del Consejo Directivo Mundial de la Asociación Internacional de Derecho, Ciencia y Ética, con sede en Estrasburgo, Francia, nos “mensajeó” ayer, luego de haberle dado una leída a nuestra entrega sobre la posición de Paul A. Volcker y George P. Shultz al interior de la Comisión Global sobre las Políticas ante las Drogas, de lo qué piensa acerca de este negocio.
Y no puede ser más prudente, pero contundente, la posición de Clemente: Los dogmas, los prejuicios y los miedos absurdos siguen siendo la fuente principal del Derecho en algunos países del mundo. No sólo tenemos miedo de cambiar reglas sin sentido; tenemos también miedo de discutirlas abiertamente. Es increíble que alguna vez se haya incluido a la mariguana entre las drogas prohibidas en México. Es aún más increíble que se siga conservando a la mariguana entre esas drogas, dice sin tapujos el especialista.
¿Qué es lo que se trata de proteger? ¿La salud de la población? Pregunta. El alcohol y el tabaco – y tiene toda la razón – son mucho más dañinos a la salud, mucho más adictivos, y los productores de esos venenos son vistos como empresarios respetables que aparentemente pagan impuestos.
¿Se trata de impedir el consumo de productos que dañen la salud? Si ese es el objetivo, deberían prohibirse y castigarse, con mucho más rigor la producción, la venta y el consumo de tocino, jamones, “carnitas”, barbacoa y los productos elaborados con grasas animales que, de acuerdo con el estado actual de la investigación científica, contienen grandes porcentajes de colesterol y son la causa principal de la mayoría de los males cardiovasculares que, a su vez, causan cien veces más muertes que todas las llamadas drogas juntas.
La mariguana, antes de que se iniciara su persecución en México, crecía en todos los pueblos; cualquier señora respetable tenía en el corral de su casa sus “plantación” de mariguana y regalaba algunas hojas a quien se las pidiera. Era imposible que hubiera tráfico de mariguana porque ésta ni siquiera se vendía, no tenía valor comercial alguno y, naturalmente, nadie mataba a otro por tener, por comprar o por vender mariguana.
Esta yerba, ahora maldita, no se empacaba, no se importaba ni se exportaba; no se transportaba; la había en todos los pueblos, en los caminos y en las rancherías. Su consumo no aumentaba, no formaba parte de los negocios de nadie, ni siquiera de la policía, y no constituía ningún problema social.
Pero… el consumo de la mariguana aumenta y adquiere un valor comercial cuando se empieza a perseguir. Igual que ha sucedido con el alcohol en muchos países; una vez que su producción, su venta y su consumo son perseguidos, se convierte en una mercancía muy cara por la dificultad para conseguirla y se vuelve un negocio tan grande como grandes sean las prohibiciones y los castigos.
El precio de las llamadas drogas, como el precio de cualquier cosa que pueda ser deseable, aumenta en función de la dificultad para obtenerla. El negocio es enorme porque las penas por su producción y por su posesión son terribles. La amenaza del castigo y el aumento de las penas de prisión son inútiles para acabar con el negocio. Entre más aumenten las penas más aumentan los precios, y más lucrativo es el negocio. Finalmente llega el momento en que el tamaño del negocio, por el tamaño de las penas, es tan grande, que hay dinero para corromper a todas las policías, las procuradurías y a cualquiera de los altos empleados de un gobierno, o para eliminarlo si resiste la corrupción.
La pequeña, la humilde mariguana, sólo empezó a florecer como negocio cuando se empezó a perseguir su producción y su consumo.
Entre los argumentos más repetidos está el que considera que debe castigarse el uso de la mariguana porque induce al consumo de substancias mucho más dañinas como el opio y sus derivados. Esto no tiene mayor fundamento. La mariguana está relacionada con drogas verdaderas únicamente porque los ordenamientos legales la han relacionado con ellas; si el consumo del alcohol, que es mucho más adictivo que la mariguana, y también que la cocaína, estuviera entre las drogas prohibidas, se consumiría también en forma clandestina y se vendería a escondidas, junto con otras drogas en un mercado criminal, contra el cual, igual que con el sistema que estamos aplicando en la lucha contra estas adicciones, se han perdido y se seguirán perdiendo todas las guerras.
A desfondo: Un alto mando de la Drug Enforcement Agency (DEA), la oficina encargada por el gobierno federal estadounidense para el combate al narcotráfico, acaba de decirle a la revista “Forbes”, a condición de mantenerse en el anonimato, que Joaquín, “El Chapo”, Guzmán Loera, es hoy por hoy el narcotraficante más importancia en el mundo, y su poder ha sobrepasado al que alguna vez tuvo el fallecido colombiano Pablo Escobar. “El Chapo” es uno de los criminales más buscados por autoridades de México y Estados Unidos, cuyos gobiernos ofrece recompensas de hasta 30 millones de pesos y cinco millones de dólares.
Fuente LaComunidad
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One Response
Es una verdadera pena que no existieran muchas mas personas sabias, sinceras, y justas, como lo es este, Señor Doctor…no creo que le hagan mucho caso, al menos tiene su conciencia limpia…Las personas que están en contra de la legalización, casi ninguno son hombres o mujeres de ciencias, o medicina…son… con todos mis respetos a sus profesiones; son educadores, policías, políticos, profesores, etc. … si no son médicos ni científicos, y que para más inri, si nunca han consumido Cannabis…poco conocimiento de causa pueden tener…Todos somos muy ignorantes, lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas…Albert Einstein.Saludos.