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¿Por qué ahora el ayuntamiento quiere cerrar los clubs de cannabis de Barcelona?

7 September, 2014, 9:00 AM
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Este verano, entre oleada y oleada de turistas, el Ayuntamiento de Barcelona se ha puesto muy nervioso con la marihuana y ha enviado la notificación de cierre a medio centenar de asociaciones cannábicas , no vaya a ser que alguien pille el ébola fumándose un porro.

Para averiguar un poco más sobre las razones de que el ayuntamiento se haya despertado justamente ahora, hemos hablado con Ángel Benito, secretario de la Federación de Asociaciones Cannábicas Autorreguladas de Catalunya y presidente del Club Kali de Sant Cugat del Vallès, que por el momento también está precintado.

VICE: ¿Cuál crees que ha sido el motivo para que el Ayuntamiento de Barcelona haya ido tan a saco?
Ángel Benito: Pues porque hay algunas asociaciones que han hecho malas prácticas, como propaganda en la calle e incluso por internet. Ahora en verano que hay más turistas esto se ha difundido por toda Europa, incluso con agencias de viajes que vendían Barcelona como el sitio ideal para conseguir marihuana, como la nueva Ámsterdam. Para lavarse un poco la cara se han puesto manos a la obra y han enviado a la Guardia Urbana para ver qué asociaciones tenían carencias y podían cerrar rápido para dar el titular sensacionalista: “El Ayuntamiento de Barcelona clausura cincuenta asociaciones”. Y han cerrado la mayoría por cuestiones técnicas como la salida de humos, que en vez de ser por el tejado era por la fachada. El ayuntamiento hizo un estudio de una sola asociación y vio que el humo que salía por la fachada tenía contaminantes; pidió que se subsanara en 48 horas o que cerrara. Claro, en 48 horas no puedes hacer una obra de esta magnitud. La pregunta es por qué la administración había concedido licencias a locales que no cumplían con los requisitos necesarios. También los había que no tenían licencia de ningún tipo, que eran piratas totales. Estos sí que han sido automáticamente cerrados.

¿Crees que en todo esto tiene que ver el aumento de turistas?
Bueno, Barcelona siempre ha estado petada de turistas y siempre lo estará. Pero sí que ha habido alguna gente, empresarios, que se han dado cuenta de que las asociaciones podían ser un posible negocio. Y ha venido gente de todos lados a invertir en esto como si fuera una empresa, que no lo es. Somos asociaciones sin ánimo de lucro… Y no lo han entendido bien. Llevábamos dos años avisando al Ayuntamiento y a la Generalitat de que o regulaban el asunto o iba a pasar lo que ha pasado: ha venido gente de todo el mundo, italianos, franceses, japoneses, israelíes, a montar asociaciones cannábicas a Catalunya. Y dices, ¿para qué van a venir aquí desde el extranjero a montar una asociación de autoconsumo? Avisamos a la administración de que o regulaba o al final esto sería un desmadre.

¿Qué crees que tienen que hacer las administraciones con los porros?
Lo que llevamos años enseñándoles. Tenemos una propuesta de código de buenas prácticas para las asociaciones, pedimos una regulación que marque cuánto se puede cultivar por socio, que sepamos que el socio no va a tener ningún problema si quiere irse a fumarse un canuto a casa con sus 5 gramos, sus 3 gramos o sus 20 gramos. Y que pongan los límites que quieran, pero que esté ya definido porque ahora hay una inseguridad jurídica total. Aquí es legal consumir y tener marihuana para autoconsumo, en tu casa o en la asociación, pero no puedes salir a la calle con ella en el bolsillo. Ya me explicarás tú la incoherencia.
La cuestión es adaptarse a la realidad social del momento. La gente consume cánnabis como el que consume café, como el que consume alcohol, por placer o por lo que sea. Unos para relajarse, otros son fumadores sociales… Debería tratarse como un producto de consumo cualquiera. Con una trazabilidad, eso sí, tal y como hacemos en nuestras asociaciones, analizando las sustancias, sabiendo que están libres de patógenos, que lo que consumes tiene unos mínimos de calidad.

¿Y con otro tipo de drogas?
A nivel individual te podría dar mi punto de vista pero como asociación y como federación no tenemos ninguna posición. Aunque eso sí, no creemos en ningún tipo de prohibición: creemos que la prohibición supone fomentar el tráfico de drogas.

Antes hablabas de Barcelona como la nueva Ámsterdam, ¿crees que deberíamos tener a Holanda como modelo?
No, no te creas, al revés. El tema en Holanda estaba muy bien hace treinta o cuarenta años pero ahora la ley se ha quedado obsoleta. Lo de los coffee shops fue la manera de introducir la marihuana de manera que los prohibicionistas no se alarmaran. Había una serie de bares donde se traficaba, y fue tal la avalancha que el gobierno se vio en la tesitura de hacer algo. Consideraron que si cerraban todos los bares supondría una hostia muy fuerte para la economía y mucha gente se iría al paro, de modo que concedieron unas licencias para tenerlo un poco controlado. Pero en Holanda solo es legal fumar y vender en estos locales; fuera del coffee shop es totalmente ilegal. En España el consumo y la tenencia no están penados, excepto en la vía pública. En tu casa o tu asociación puedes cultivar mientras sea para el autoconsumo. Solo esto ya es mucho mejor que Holanda, pero es que además en España tenemos la experiencia de las asociaciones. Desde otros países nos observaban con interés. Uruguay, Chile, los estados de Colorado y Washington en EEUU… Pero ahora ya nos han pasado todos ellos por delante. Allí lo han regularizado y ya está. Puedes plantar no sé exactamente cuánto, puedes llevar por la calle, puedes comprar en las farmacias o irlo a buscar a la asociación. Tienes unas normas y ya está.

Oye, ¿y qué le pasó a tu asociación?
En mi pueblo, Sant Cugat, empezamos con el club en mi calle de toda la vida, un barrio de trabajadores donde había mucha estigmatización de la droga porque en los ochenta en España se vivió mucho el problema de la heroína. Había esa sensación de que el que fumaba porros iba a acabar pinchándose. Y nosotros empezamos un trabajo guapo: montamos la asociación y la gente nos veía con recelo. Poco a poco nos fuimos ganando a la gente del barrio cuando veían que éramos gente normal, que colaborábamos con el barrio, que teníamos un médico, que venía gente enferma a la que no cobrábamos nada, que no íbamos detrás del dinero, que organizábamos ligas de fútbol, torneos de ajedrez… Veían que era un centro cívico y que iba bien para el pueblo. Que de repente habían desaparecido de las plazas los fumetas y los camellos. Descriminalizamos mucho los porros. Todo eso se fue al traste cuando el día 10 del mes pasado hubo una intervención policial en la que nos entraron 30 o 40 mossos encapuchados y con metralleta tirando la puerta al suelo. Se cortó la calle entera durante todo el día, con un cordón policial y tres furgonas. Y la gente empezó a hablar: “al final seguro que no eran tan buenos, seguro que hacían algo raro con la droga o se pinchaban marihuana…”. Articulo publicado en VICE

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