Afganistán es uno de los mayores productores mundiales de cannabis y con la llegada al poder de los talibanes todo continúa igual o se incrementa.
Hace ya unos meses que el ejercito estadounidense abandonó Afganistán dejando a la población a la merced de los nuevos dirigentes, los talibanes. Los nuevos inquilinos de este singular país que nunca pudo ser totalmente conquistado a lo largo de su historia, se comprometieron con la comunidad internacional a controlar la gran producción de drogas. De hecho, siguen asegurando que planean tomar fuertes medidas contra la producción y tráfico de drogas ilícitas que dio alas en gran medida a su exitosa revuelta.
La producción de cannabis en Afganistán es una gran fuente de dinero
Los nuevos inquilinos del gobierno de Afganistán, los talibanes, dicen que la narco-economía no es un plato de su gusto, de hecho, dicen que están en guerra contra ella. Aunque a nadie se le escapa que posiblemente, sea una de las mayores fuente de recursos del país, sino la mayor, y por supuesto ellos también se aprovechan de ella.
Ghulam Alí es un agricultor y productor de cannabis en el sur del país al lado de la principal ruta del distrito de Panjwai, en la provincia de Kandahar. En una entrevista con la AFP, dice que aunque haya cambiado el gobierno, nada cambiará en esta cuestión.
Alí tiene una plantación de cannabis afgano de tres hectáreas y con una plantas tan altas como su persona, “Esta es la plantación más rentable entre todas, más que cualquier otro producto o fruta”. “Podría haber cultivado amapola (opio) pero ese cultivo necesita más inversión y más productos químicos para proteger las plantas de las enfermedades”, dice el risueño y treintañero productor de cannabis, con ojos azules y con turbante oscuro.
Bajo el Gobierno afgano anterior
Anteriormente y bajo el gobierno apoyado por los Estados Unidos, que abandonaron el país o simplemente fueron derrocados el verano pasado por los talibanes, éste productor de cannabis dice que tuvo que pagar su impuesto a los funcionarios locales, una suma de 3.000 rupias paquistaníes (17 dólares) el kilo. “No era nada oficial, solo un impuesto que teníamos que pagar. Si no, podrían destruir nuestra plantación”.
Ahora y con la vuelta al Gobierno afgano de los talibanes, esa forma de doble imposición que pagaban a los insurgentes y al antiguo gobierno y que se llevaba una parte de las ganancias de los agricultores ha terminado, solo pagaran a unos.
“Están aquí al otro lado de la calle”, dijo a la AFP en su producción de cannabis y hablando de los talibanes. “Pero ellos no quieren nada de nosotros”.
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Una familia de agricultores desde hace décadas
Alí y su familia anteriormente tenían campos de maíz, pero los reconvirtieron para el cultivo de cannabis el año 2.000 con el anterior gobierno talibán, justo antes de su derrocamiento. El agricultor recalca que por ahora no ha tenido ningún motivo para lamentar el cambio.
Durante dos décadas, toda su familia, unos veinte miembros, han vivido en una modesta casa de agricultor hecha con barro o tierra seca, siendo un poco mejor que la de los estándares de las zonas rurales del país. También, la familia puede vivir un mejor con estos cultivos que otras familias rurales. Aunque no son ricos, la totalidad de los más jóvenes de la familia pueden ir a la escuela y tienen cubiertas sus necesidades mínimas.
Cuando llegan los tiempos de cosecha, Ali contrata a trabajadores de las zonas rurales para que le ayuden con la recolección. “Es muy fácil que el cannabis se reproduzca bien aquí con este clima beneficioso para el”. En las próximas semanas, se tamizará, presionará y calentará para extraer un aceite, que luego se transformará en pasta de hachís negro-verde para la venta y exportación.
Un cánnabis o hachís afgano económico y codiciado
Los ladrillos de hachís producido en esta región son de muy alta calidad y muy demandados. El “chocolate” se vende a los narcotraficantes a un precio que ronda entre las 10.000 y 12.000 rupias el kilo, unos sesenta dólares. Este es un buen precio para los vendedores, ya que luego esos mismos ladrillos de hachís lo venden en países como Irán, la India o Pakistán al doble de su precio adquirido
Alí dice que el y su familia obtienen una ganancia de 3.000 rupias el kilo; y toda esta situación, a pesar de que ya anteriormente los talibanes en la sombra de la región ya estaban en contra del trafico de las drogas. Ahora y en la actualidad gobernando, oficialmente lo mismo.
Por otro lado, un mullah y gobernador de Kandahar, Yussef Wafa, bajo el nuevo gobierno talibán, dijo también a la AFP que las autoridades afganas habían puesto a disposición judicial o encarcelados a cerca de 1.000 afganos “adictos” en los últimos treinta días.
“Estamos tratando de eliminar la amapola (opio) y el hachís (cannabis) y estamos tratando de mantener a la gente alejada de los vendedores, los contrabandistas”, dice el gobernador de Kandahar “Y no dejaremos que los agricultores lo cultiven”.