Ecuador. Las sociedades se han dado cuenta hace tiempo que el cannabis es beneficioso para la salud y lo han elegido para siempre.
La normalización de la planta ganó décadas cuando se popularizó el aceite de CBD al punto que ya se discute el uso recreativo legal.
Sin embargo, muchos países siguen resistiendo con sus marcos jurídicos una revolución imparable.
El término deja de ser exagerado a la hora de conocer los casos de personas reales a las que el cannabis les acercó calidad de vida.
Una de ellas es Lola Monge, de 48 años, quien en 2014 comenzó con síntomas de artritis reumatoide, un mal crónico y agresivo que causa dolor intenso, insomnio e inmovilidad.
Calvario
“Fue un calvario. No podía moverme y dormía menos de una hora. Todo mejoró desde marzo, con cuatro gotas de cannabis al día”, contó a El Comercio.
Fue su hijo José Luis, de 26, quien le dio un pequeño gotero.
Él lo obtuvo a través de la Agrupación de pacientes y familias por cannabis medicinal del Ecuador, a quienes contactó a través de redes sociales.
“Cada noche coloco cuatro gotitas en un vaso con agua, jugo o leche. Duermo más de ocho horas. El dolor cesó”, celebra Lola.
El jueves 17 de septiembre se cumplió un año desde que en Ecuador se despenalizó el uso medicinal de cannabis, con reformas al Código Orgánico Integral Penal (COIP).
En la norma se incluyeron regulaciones con fines terapéuticos, paliativos y para ejercer la medicina alternativa.
También se decidió que el cáñamo, con contenido de delta-9- tetrahidrocannabinol (THC, componente psicoactivo), sea inferior a uno por ciento en peso seco.
Además de que la actividad será regulada por la Autoridad Agraria Nacional.
Tener una Ley
Uno de los fundadores de la Agrupación de pacientes de Ecuador, Alexis Ponce, tener una ley es una “gran victoria y un derecho de quienes conviven con enfermedades crónicas y catastróficas”.
Sin embargo, señala que aún no se ha definido el reglamento.
“Al Ministerio de Salud le corresponde, debíamos participar”, reclama.
Omar Vacas, investigador etnobotánico, coincide en que el marco es más que necesario para poder encauzar el consumo.
Las autoridades tienen hasta el 21 de octubre para presentar el reglamento.
“Es lamentable, hemos avanzado poco. Aún se comercializan aceites de baja calidad y la producción es empírica”, se lamenta el hombre.
El Código de Salud (COS), aprobado el 25 de agosto en el Legislativo, podría recibir el veto del Ejecutivo.
Allí dice que la Cartera regulará y vigilará la fabricación, comercialización, distribución, prescripción, dispensación y uso de fármacos, recuerda Vacas.
Por ejemplo, recetarios especiales y listados de profesionales, centros y patologías que podrán ser tratadas con fármacos basados en cannabis.
Regulación vital
Las regulaciones son vitales, ya que hay pacientes con enfermedades de Ecuador que esperan ansiosamente ser atendidas con este producto.
Por ejemplo, quienes sufren epilepsia refractaria (crisis epiléptica o convulsiones), cáncer avanzado y metástasis.
También males de columna, huesos o articulaciones, “como la artritis reumatoide que padece Lola”, apunta el neurocirujano y especialista en dolor Óscar Navarrete.
“Para su prescripción se requiere de un médico con experiencia, por lo que las autoridades deben apuntar a las regulaciones, como se hace en Argentina o Uruguay. Ambos legislaron el uso de cannabis”, ejemplifica.
Navarrete ha atendido a personas con convulsiones intensas y constantes.
“Luego de descartar tratamientos con medicina convencional se receta cannabis. Los pacientes mejoran; el temblor disminuye y llevan una vida mejor”, afirma el galeno.
Una niña de 8 años y medio llamada Abby vivió una historia similar.
Fue diagnosticada con epilepsia refractaria y parálisis cerebral.
Su padre, Javier Rosero, de 46, también buscó ayuda en la Agrupación de familias y le presentaron un médico para iniciar un tratamiento.
Gotas
En la actualidad, le suministran cuatro gotitas de cannabis cada ocho horas.
“Mi niña está más tranquila; ya no tiene convulsiones seguidas, por lo que puede estudiar y vivir mejor”, cuenta emocionado su padre.
Otro de los beneficios, según dice, es que Abby tomaba antes seis pastillas; “hoy son dos”.
El consumo de Lola eran más de 10 tabletas diarias, pero hoy también son dos.
“Era una botica”, se asume.
En la Asamblea el tema también se analiza, aunque con lentitud. En cualquier caso, el reglamento será solo un condimento legal de una actividad ya normalizada.