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La fiebre verde vuelve a Estados Unidos en 2021

1 June, 2021, 15:00 PM
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Una nueva ola de legalizaciones de cannabis en Estados Unidos confirma que en 2021 ha resurgido una nueva fiebre verde.

Los negocios en torno al cannabis se cuentan por todo el mundo pero es Estados Unidos el epicentro de una industria que busca conquistar a la potencia entera.

Si bien de momento la idea de federalizar el aval a la hierba es prematura, en este 2021 la fiebre verde ha resurgido en unos cuantos estados.

Incluso antes de que empiece el año. En las pasadas elecciones de noviembre varios estados de Estados Unidos impulsaron leyes para liberar a la hierba.

Se trata de Nueva Jersey (este), Dakota del Sur (norte) y Montana (norte), tal como recuerda El Universal, las regiones que aprobaron referéndums para la legalización de la marihuana.

Así, dieron el paso definitivo para que, una vez se redacten los textos legales, pueda estar al acceso de cualquiera (no se espera que sea antes de 2022).

A fines de marzo, dos de los estados con más activismo procannabis: Nueva York (este) y Nuevo México (sur) se unieron a los territorios donde, de una forma u otra, es ya legal el consumo de cannabis.

En Nuevo México, la gobernadora Michelle Luján-Grisham ratificó la medida en abril. 

Ese mismo mes, Virginia se convirtió en el primer estado sureño de Estados Unidos en legalizar el uso recreativo de la marihuana. El último en subirse a la fiebre verde.

Fiebre verde Estados Unidos

Fiebre verde se apodera de Estados Unidos

Para muchos, se trata de una nueva fiebre del oro verde que parece que retoma su impulso en Estados Unidos. 

La misma que fue iniciada por California y Colorado hace varios años y parece tener una nueva tracción.

Además de responder a una demanda popular y poner a debate una situación de salud pública, muchos estados la ven como una industria que genera beneficios económicos únicos para las arcas de sus territorios.

“Es una gran victoria para Nuevo México”, dijo la gobernadora Luján-Grisham, tras la aprobación de la legislación en las cámaras legislativas estatales.

“Establecerá una nueva industria que generará una oportunidad económica inmensa en comunidades tanto rurales como urbanas”, agregó.

“Trabajadores se beneficiarán de la oportunidad de construir carreras en esta nueva economía; emprendedores se beneficiarán de la oportunidades de crear empresas lucrativas; los gobiernos de estado y locales se beneficiarán de ingresos adicionales”, celebró.

En Nueva York, por ejemplo, calculan que podría generar más de 350 millones de dólares en impuestos y ventas superiores a los 1.000 millones de dólares. 

El esquema impositivo principalmente está pensado para solventar acciones en comunidades vulnerables.

Eso sin contar la creación de empresas y empleos en todas las facetas del negocio: cultivo, distribución y venta. Una verdadera fiebre verde.

“Es un día histórico en Nueva York, uno que corrige los errores del pasado poniendo fin a sentencias de cárcel duras y abraza una industria que hará crecer la economía del estado, y priorizará las comunidades marginadas para que aquellos que han sufrido más sean los primeros en recoger los frutos”, dijo el gobernador neoyorquino, Andrew Cuomo, tras firmar la ley.

“Los que se han visto dañados por la fallida guerra contra las drogas, desproporcionadamente comunidades de color, se beneficiarán de un nuevo acercamiento inteligente, justo e igualitario hacia sentencias del pasado”, alegó Luján-Grisham.

La mujer recordó qué, en suma, parte de la legislación de Nuevo México suprimirá y conmutará sentencias que no se deberían haber aplicado bajo las nuevas normativas.

Fiebre verde Estados Unidos

Fiebre verde reconoce a minorías en Estados Unidos

Ese cambio de paradigma sobre las comunidades más afectadas en la guerra contra la marihuana es el paso más importante de esta fiebre verde en Estados Unidos.

Legalizar, o al menos despenalizar el uso de hierba implicaría además un cambio radical en el sistema judicial, especialmente en las disparidades raciales.

Según datos del FBI, recogidos en un informe reciente de la American Civil Liberties Union (ACLU), en 2018 se produjeron casi 700.000 arrestos por posesión de cannabis en Estados Unidos.

En otras palabras, es más del 43 por ciento de todas las detenciones por narcóticos y más que todos los arrestos por crímenes violentos en Estados Unidos. Esta consecuencia es lo más importante de esta fiebre verde.

A pesar de que el consumo se estima prácticamente igual entre etnias, un afroamericano tiene cuatro veces más probabilidad de ser arrestado por posesión de cannabis.

En tanto, el número de encarcelamientos por estos delitos son también más elevados, aprovechándose de un sistema judicial ya racista de por sí. 

“La cuestión ya no es si Estados Unidos debería legalizar la marihuana -que debería- o si la legalización es sobre igualdad racial -que lo es-”, expresa ACLU en su reporte “Un cuento de dos países: detenciones centradas en raza en la era de la reforma de la marihuana”. 

“La pregunta es: cuando los estados lo legalicen, cómo podrían hacerlo a través de lentes de justicia racial para abordar el abanico de daños que han dirigido de forma selectiva sobre las comunidades negras y latinas durante décadas”, agrega.

A nivel federal no se vive una fiebre verde y, si bien el tema no está totalmente frenado, el avance es prácticamente inviable. 

No falta voluntad legislativa en Estados Unidos, con demócratas tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado preparando leyes para terminar con la prohibición.

El líder de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, incluso prometió que “en breve” se presentará la ley para la descriminalización del uso del cannabis a nivel federal.

La norma anunciada básicamente eliminará al cannabis de la lista de “sustancias controladas” y promoverá la igualdad social a través de la descriminalización.

También pondrá barreras para que las grandes industrias del alcohol y el tabaco de Estados Unidos no puedan monopolizar el mercado cannábico.

De esta manera piensan favorecer a los pequeños comercios de comunidades impactadas por la persecución penal por su consumo.

Sin embargo, en la Casa Blanca, se escudan en que hay otras prioridades en Estados Unidos antes que avanzar en la legalización. 

Y eso que, durante la campaña, el presidente Joe Biden hizo énfasis en que cree que debería despenalizarse. 

“Cree en la despenalización del uso de la marihuana, su posición no ha cambiado”, dijo a finales de marzo la vocera Jen Psaki. Sin embargo, no hay avances en ese sentido.

La vicepresidente Kamala Harris reconoció a principios de abril que es un tema del que todavía no se ha hablado. 

“Nos hemos centrado en dar comida a la gente, ayudarles a que se pudieran quedar en sus casas, llevar los niños al colegio, que se puedan vacunar”, explicó al San Francisco Chronicle.

“Nos ha gastado todo el tiempo”, se justificó la vicepresidenta de Estados Unidos. 

Sus declaraciones no cayeron bien entre los activistas, quienes ven como el nuevo gobierno sí tiene tiempo para infraestructura o migración pero no para sus reivindicaciones cannábicas.

En la Casa Blanca la fiebre verde aún no ha penetrado, pero todos esperan que eso ocurra en poco tiempo y Estados Unidos se abra a la libertad.

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