Cuando allá por 2013 Uruguay legalizó el uso recreativo y medicinal de la marihuana, pocos hablaron de las oportunidades que podrían generarse.
Es más, la mayoría de los enfoques y análisis que se han hecho apuntan más a evaluar como la norma ha afectado los consumos.
También sobre como se ha visto afectado el narcotráfico y el crimen organizado que se financia de esa actividad.
Tal vez por eso Uruguay se demore en convertirse en un actor fuerte de la industria del cannabis.
Incluso, recién en este 2020 una empresa realizó la primera exportación de flores.
Uruguay permite la exportación de flor seca de cannabis sin registro a partir del decreto, y permite la venta de cáñamo bajo la figura de biomasa para fines de industrialización.
Hay una persona que sacudió al país sudamericano de la modorra en la que había caído con este tema: el actual presidente Luis Lacalle Pou.
Sólo le bastó firmar dos decretos para que la incipiente industria se reactive.
Para el Presidente de la Cámara de Empresas de Cannabis Medicinal del Uruguay, Marco Algorta, “los decretos pasan de la intención al acto administrativo”.
En diálogo con La Marihuana, advierte que esta “es la primera señal concreta más allá de lo discursivo y lo simbólico”.
“Lo vemos con excelentes ojos, es un gran primer paso pero son decretos retroactivos, que abarcan lo ya cosechado entre 2018 y 2020”.
“Nos permite comercializar lo ya producido pero queda pendiente de acá a futuro, porque las reglas siguen siendo las mismas de antes y estamos a la espera de poder cambiarlas de acá a fin de año”.
“No tengo la seguridad jurídica para seguir invirtiendo en la industria”, se ataja Algorta, “lo que tenemos es una liquidación de stock”.
Para el también empresario es necesario extender el mismo espíritu a cosechas futuras, sin limitante de tiempo.
Además desea: “ojalá (desde el Gobierno) sean mas ambiciosos en lo que es materia prima”.
“Pero también nuevas regulaciones que toquen otros productos, estamos hablando de productos industrializados donde mayor valor agregado le quedan al país”, agrega.
El hombre aclara que en las charlas que el Ejecutivo mantuvo con actores del sector, faltan algunas figuras.
“No se ha citado lo que es exportación de industrializados, resinas, extractos, aislados y tinturas, que quedan por fuera de la regulación”, ejemplificó.
Existen 42 firmas habilitadas para el cultivo de cáñamo.
Que llegan a las 50 entre industrialización y cultivos de otro tipo.
La gran mayoría tiene en día en actividad la producción de materia prima pero con planes de negocio para generar industrialización en Uruguay.
Hay tres empresas con plantas ya en proceso pero ninguna con habilitaciones finales todavía.
– ¿Benefició la pandemia?
La pandemia benefició en un sentido que en muchos estados de EEUU el cannabis se volvió un bien esencial, luego de ser toda la vida un bien prohibido.
Eso es interesante porque más personas empiezan a entender el beneficio del cannabis, sobre todo en situaciones de encierro, donde ayuda mucho.
El otro beneficio es la crisis económica que trae la pandemia, porque los momentos de crisis económica son momentos de posibilidad.
Recordemos que la ley seca de EEUU cae después de la crisis de 1929.
Las crisis económicas generan apertura y somos un producto con enorme potencial.
– ¿Cómo puede afectar a Uruguay el surgimiento de Ecuador y Perú como actores regionales?
No creo que Ecuador ponga en peligro la industria; obviamente que Uruguay tiene una estructura de costos mucho más elevada que otro país de Latinoamérica.
Que haya mas players obviamente toca nuestra banda de explotación en el sentido de que pueden venir productores que nos hagan poco competitivos.
Otra lectura que hay que hacer es que lleva muchísimo la puesta en práctica desde la aprobación de la ley.
Entonces, Uruguay sigue teniendo grandes ventajas a nivel institucional porque da otras garantías.
Esta es una industria con muchos ribetes complicados y en un país con garantías es mucho más fácil desarrollarla y dan mucha más facilidad al inversor.
Cada vez tenemos menos tiempo y no sólo por Ecuador, también por Paraguay, Colombia y Perú.
Muchísimos jugadores que están entrando en el tablero y dejan cada vez menos espacio para equivocarse.
Consultado acerca del potencial que tiene Uruguay en el frondoso mercado cannábico, Algorta no duda:
“En una industria incipiente como este, nosotros ya recorrimos la curva de conocimiento, tenemos el know how que, obviamente, es fácilmente exportable”.
Y advierte: “Es una ventaja que no la podemos seguir lapidando, porque se puede ir a otro país rápidamente”.