Hasta hace unos años, el cultivo en interior se desarrollaba en su mayoría en los meses de otoño, invierno y principios de primavera. La única iluminación disponible y eficaz eran las lámparas de alta intensidad de vapor de sodio. Éstas se caracterizan por la subida de temperatura en el cuarto de cultivo debido al enorme calor que generan. Si a ello se le suma la temperatura exterior típica del final de primavera y el verano, cualquier armario de cultivo literalmente se convertía en un horno donde las plantas encontraban serias dificultades para salir adelante.
Con la llegada principalmente de los LED, el cultivo de cannabis en interior y en los meses más cálidos se ha hecho posible o al menos más sencillo, ya que es un tipo de iluminación que apenas genera calor. Pero por contra, en los meses donde las temperaturas marcan las mínimas, el frío puede llegar a ser un problema para un interior. Ésto es compensado por la subida de temperatura producida por otros tipos de iluminación como las ya mencionadas lámparas de vapor de sodio o las LEC, pero en ocasiones no es suficiente.
¿CÓMO AFECTA EL FRÍO A LAS PLANTAS?
En general, el cannabis soporta bastante bien temperaturas bajas en sus zonas aéreas. No sucede lo mismo con la zona radicular, que por debajo de los 14-15º ve disminuida su capacidad para asimilar nutrientes, o directamente no los asimila. Y por debajo de los 12º se corre el riesgo de que la planta muera.
Con temperaturas bajas, también disminuye la asimilación de potasio. Y el resultado son plantas que tienden a oscurecer y mostrar unos colores totalmente diferentes a los que tiene con temperaturas medias o altas. Incluso si se tratan de esquejes de la misma planta. Pero estos llamativos colores, no dejan de ser una carencia en sí.
¿CÓMO SUBIR LA TEMPERATURA DE UN CULTIVO INTERIOR?
Uno de los consejos principales para cultivar cannabis en interior cuando las temperaturas bajas son un problema, es hacer coincidir el fotoperíodo de luz con la noche exterior. Éstas siempre suelen ser más frías que los días y así conseguiremos que cuando más frío hace en el exterior, las plantas se sientan más confortables. Pero ocasiones ésto no es suficiente y se tenga que recurrir a otros métodos.
Los calefactores, radiadores y estufas son una solución, pero el elevado consumo eléctrico (normalmente entre 1000 y 2000W) hace que a final de mes la factura se dispare. Y en el caso de los calefactores que expulsan aire caliente, resecan el ambiente y llega a ser contraproducente para las plantas.
Las mantas calefactadas son una de las mejores opciones, ya que mantendrán a una temperatura óptima el sustrato. El calor que genera, también calentará el aire que tiende a ascender a la zona superior del armario. Además su cultivo es realmente bajo, sobre 150-200W un espacio de 1 m2.
Otra opción son los cables calefactados o cables radiantes, similares a los que se emplean en terrarios y reptilarios. Disponibles en varias medidas, se usan envolviendo con ellos la maceta con una o dos vueltas antes llevar el cable hasta la siguiente maceta. Igualmente son interesantes ya que se mantiene el sustrato a una temperatura agradable para las raíces.
Y por último los calentadores tubulares. Se trata de unos tubos con protección antisalpidacuras que se colocan en el suelo del armario. También los hay disponibles en varias medidas. El aire caliente en su tendencia ascendente, mantendrá a una buena temperatura las plantas y todo el interior del armario.
Cabe decir que lógicamente debemos aumentar los intervalos de parada de la extracción de aire para evitar que aire frío del exterior eche por tierra el buen clima interior que pretendemos crear. En este caso merece la pena un fan controller para que la ventilación únicamente funcione cuando la temperatura supera la fijada, evitando la salida de calor innecesaria.