Seguimos avanzando en nuestra guía de cultivo para principiantes. En post anteriores hemos hablado de las condiciones apropiadas para un cultivo en interior, de la iluminación y de la ventilación. Además, también hemos hablado de la cantidad de macetas y su tamaño recomendable según la técnica de cultivo a realizar. En nuestro post de hoy, ya nos meteremos de lleno en temas de cultivo, comenzando por la germinación de las semillas y las primeras semanas de cultivo.
LA GERMINACIÓN
Germinar semillas es muy sencillo, pero las primeras veces tendemos a complicarlo. Consigue un tupper o recipiente con tapa. Coloca una servilleta de papel en su interior y humedécela con agua sin llegar a encharcar. Coloca las semillas separadas entre sí unos 2-3 cm, y tápalas con otra servilleta de papel humedecida. Cierra el recipiente con la tapa para que conserve la humedad, y sitúalo en algún lugar de la casa en el que no reciba mucha luz, y la temperatura ronde los 22º. Sobre la nevera, un router, CPU… Siempre que sea también un lugar seguro y fiable para que no haya riesgos de caídas.
En ningún momento de la germinación las semillas deben recibir luz directa, ni que las servilletas o el medio que se escoja para germinarlas se deshidrate. Ésto podría llevar a la muerte de la semilla. Además de la pérdida del dinero invertido, también nos retrasará unos días las tareas que tal vez teníamos programadas. También la higiene es importante y tanto nuestras manos como el recipiente para germinar deben estar bien limpios. Pensemos que una semilla es muy vulnerable recién nacida, como cualquier otra planta o animal, y es muy fácil infectarla con un virus.
La germinación tiene una duración de unas 24-72 horas, dependiendo de la genética, condiciones o frescura de las semillas. Pueden incluso tardar algo más en el caso de semillas viejas. Y una vez que abren, desarrollan muy rápido la raíz. Conviene todos los días comprobar su estado. En el momento que la pequeña raíz asome de la semilla, ya podemos pasarla al sustrato, enterrándola 1-1,5 cm siempre con la raíz hacia abajo. No debemos esperar mucho tiempo para pasarlas a tierra una vez germinen, habrá más probabilidades de que la frágil raíz se parta mientras la manipulamos.
EL SUSTRATO
Un buen sustrato para cultivar cannabis es aquel que es muy aireado y está perfectamente compostado. Y ésta debe ser siempre la regla que prevalezca sobre si contiene muchos nutrientes o no. Si es un sustrato muy enriquecido con estiércoles sin compostar, no interesa. Si es un sustrato muy enriquecido pero se compacta, no interesa. Pero en cambio un sustrato poco enriquecido, pero muy aireado, siempre interesará más. Pensemos que los nutrientes los podemos aportar en cualquier momento, pero modificar su estructura o eliminar material aún en descomposición es prácticamente imposible cuando ya se está cultivando.
Hoy en día, en cualquier grow-shop nos encontraremos buenos sustratos con una buena estructura que proporciona una buena aireación, concebidos para cultivar cannabis en la mayoría de casos. Desde los típicos “All” que contiene una buena dosis de nutrientes, hasta los “Light” que son más ligeros. Si decides hacer tu propia mezcla, siempre son interesantes la perlita y la fibra de coco, que aportan esponjosidad. Además, el humus de lombriz es una gran fuente de nutrientes y organismos beneficiosos. El guano de murciélago en bajas dosis es apropiado para las primeras fases de cultivo, y en dosis más elevadas para la fase de floración. Harina de algas, cenizas, estiércoles… las opciones son muchas, siempre teniendo en cuenta el buen compostado de todo lo que decidamos añadir.
DE SEMILLA A PLANTA
Una vez las semillas están en el sustrato, ya podemos ponerlas bajo la iluminación. No tardarán en asomar y mostrar los cotiledones. La ausencia de luz en estos primeros días, hará que las plantas se estiren buscando la luz. El tallo tan delgado correrá el riesgo de doblarse hasta partirse por su propio peso. La iluminación debe estar lo suficientemente cerca de las plantas para evitar este espigamiento, pero al mismo tiempo que no cause quemaduras en las hojas por estar demasiado cerca. Es difícil concretar una distancia óptima ya que depende de la tipo de iluminación, potencia, temperatura o ventilación. La propia experiencia es la que ayudará a encontrar una distancia ideal. En los primeros cultivos, la observación es la mejor consejera.
Para corregir este espigamiento, un truco es no usar toda la capacidad de las macetas el primer día. Pasa las semillas a las macetas con sustrato por la mitad. Y vete rellenado con sustrato a medida de que el tallo se vaya estirando. En los trasplantes, también puedes aprovechar para cubrir los máximo posible el tallo con sustrato. Éstas zonas del tallo enterradas, no tardarán en generar raíces que proporcionarán agarre a la planta.
EL ABONADO DURANTE LAS PRIMERAS SEMANAS
Cuando se opta por usar un sustrato enriquecido, únicamente debemos preocuparnos de regar cuando la planta lo necesite durante al menos 3-5 semanas. Los organismos del suelo poco a poco irán haciendo su trabajo, descomponiendo los nutrientes y haciéndolos asimilables para las plantas. Si la planta durante los primeros días no crece mucho, no debemos preocuparnos en exceso. Es común que el cultivador principiante se impaciente y decida abonar, con lo que lo único que conseguirá será sobrefertilizar la planta. Puede que simplemente sea que la temperatura del sustrato sea un poco baja y simplemente haciendo coincidir el fotoperíodo oscuro con las horas de máximo calor en exterior, lo solucionemos.
Cuando se opta por un sustrato ligero, la cantidad de nutrientes durarán sólo 1-2 semanas. En este caso es necesario usar abonos pasado este tiempo, bien sean líquidos o sólidos. Los sólidos pensemos que son de liberación más lenta, por lo que tardan más tiempo en estar disponibles para las plantas. Este tipo de sustratos son muy interesantes para las semillas, ya que no hay el peligro de sobrefertilización que sí tienen los muy enriquecidos. Realizando un trasplante a los 10-15 días de la germinación a un sustrato más completo, las plantas siempre lo agradecen.
A la hora de comenzar a fertilizar, siempre se ha de comenzar con dosis bajas, aumentando poco a poco hasta alcanzar las recomendaciones del fabricante. Además no todas las variedades tienen las mismas exigencias y con las mismas dosis, unas pueden mostrar síntomas de sobrefertilización, y otras en cambio no e incluso acepten dosis más elevadas. Siempre conviene fijarse en las hojas. Puntas quemadas o un color verde oscuro, suele ser síntoma de sobrefertilización. Tonos amarillentos, de carencias.