Estamos en las fechas donde en exterior, los insectos tienen su máxima actividad. En proporción, son muy pocos los que encuentran en las plantas de cannabis una fuente de alimento, como trips, araña roja, mosca blanca, pulgón, cochinilla, saltamontes, caracoles… Toda plaga es perjudicial para planta, pero una de las más temidas en la fase de floración que recién empieza son sin duda las orugas.
En exterior podremos ver estos meses cientos de mariposas revoloteando por nuestros cultivo durante estos días soleados y de pocas lluvias. Más abundantes son las polillas, que son mariposas nocturnas y suponen el 90% de las más de 170.000 especies conocidas de mariposas, tanto diurnas como nocturnas. Diferenciar unas de otras no es muy importante, ambas pueden causar grandes estragos en los cultivos.
En esta época las mariposas buscan lugares para desovar, escogiendo siempre sitios donde las larvas recién nacidas tengan comida a su alcance y siendo perfecto los enveses de las hojas, donde los huevos estarán a salvo de depredadores e inclemencias, y con una buena fuente de alimento en las jugosas y verdes hojas. Encontrar una puesta de huevos de mariposa en una planta adulta es muy complicado, cualquiera se lo imaginará.
Una vez los huevos eclosionan, las pequeñas orugas comienzan a devorar la hoja en la que se encuentra y trasladándose a otras hojas de distintas partes de la planta. Además las orugas que más atacan al cannabis son de color verde, en principio bastante complicadas de ver a simple vista. A medida que las orugas crecen, también crece su apetito. Y mientras tanto la floración sigue avanzando, y es en las flores donde finalmente encuentran su mejor refugio hasta la metamorfosis, donde harán un capullo o crisálida y donde se transformará en mariposa adulta pasados los meses.
Y es en los cogollos en formación donde las orugas crean los estragos más importantes, además de que es casi imposible detectar una oruga en el interior de un cogollo hasta que es demasiado tarde en la mayoría de las ocasiones. Dentro de las flores, las orugas seccionan el tallo de la planta y comienzan a chupar la savia. Los excrementos además son caldo de cultivo de hongo botrytis, por lo que además del daño causado al interrumpirse el suministro de nutrientes, se une el de la podredumbre causada por el hongo. Cuando nos demos cuenta, ya el cogollo puede estar completamente inservible.
La manera más común y de las más eficaces de combatir las orugas es el bacillus thurengiensis, una bacteria Gram positiva que se utiliza comúnmente como una alternativa biológica a muchos plaguicidas, siendo 100% ecológica y respetuosa con los insectos beneficiosos. Actúa solamente contra orugas de mariposas y polillas, produciendo durante la esporulación cristales proteínicos o δ-endotoxinas, que afectan a su sistema digestivo, provocando la rotura de la membrana celular y causando su posterior muerte.
El bacillus es más efectivo contra las orugas más pequeñas y en sus primeros estadios. Es un insecticida que actúa por ingestión, por lo que es interesante aplicarlo regularmente durante toda la fase de floración. Usándolo cada 7-10 días, las hojas contrendrán la bacteria que actuará en los primeros bocados que las orugas, impidiendo que lleguen a adultas y se puedan esconder el los cogollos. Las revisiones diarias a todas las plantas, abriendo algún cogollo para comprobar que están listos, siempre ayudará a detectar tanto huevos como orugas, nunca en estas fechas nos debemos confiar ante uno de nuestros peores enemigos.