Hachís En 2012, publicamos un artículo sobre la necesidad de un mercado de hachís más justo, ya que el sistema actual significa que a los productores sólo se les paga de 80 a 200 € el kilo, mientras que el consumidor puede pagar hasta 16.000 €. En esta ocasión, analizamos los obstáculos que dificultan un sistema mejor y ¡cómo podemos crearlo en el futuro!
En 2012, publicamos un artículo sobre la necesidad de un mercado de hachís más justo, ya que el sistema actual significa que a los productores sólo se les paga de 80 a 200 € el kilo, mientras que el consumidor puede pagar hasta 16.000 €. En esta ocasión, analizamos los obstáculos que dificultan un sistema mejor y ¡cómo podemos crearlo en el futuro!
Cómo está montado el mercado de hachís existente
¿A dónde va el dinero? Parece que depende en gran medida del mercado. En Afganistán, las cosas son especialmente duras para muchos agricultores, y de allí proceden los informes de agricultores a los que se paga tan poco como 80 €-200 € por kilogramo.
Por otro lado, en Marruecos, el precio de un kilo de hachís puede ser mucho mayor. Muchos de los productores con más experiencia a día de hoy cobran hasta 1.500 € por kilo, que suele ser un hachís de gran calidad elaborado a partir de variedades comerciales modernas, introducidas desde los Países Bajos y España.
La proximidad con el mercado europeo juega un papel muy importante, ya que Marruecos se encuentra a una distancia corta en barco desde el sur de España. En comparación, Afganistán está a casi 5.000 km de Europa y, por lo tanto, el coste de llevar el producto al mercado final es mucho mayor.
Obviamente, Marruecos y Afganistán no son únicos países productores de hachís del mundo, pero en conjunto constituyen la gran mayoría de la oferta mundial, por lo que comparar los dos países resulta útil cuando se trata de obtener una visión global de cómo funcionan las cosas a nivel mundial.
¿Por qué hace falta un sistema más justo?
Son sobre todo los agricultores marroquíes a gran escala los que pueden permitirse el lujo de montar cultivos capaces de estas formas modernas de cultivo, mientras que la mayoría de los agricultores tradicionales de Marruecos sigue recibiendo una remuneración insuficiente por sus productos, y viven en la pobreza con derechos restringidos y perspectivas limitadas.
El hachís afgano suele considerarse que es de menor calidad que el marroquí, y por lo tanto, en general, mantiene precios más bajos hasta el final de toda la cadena de suministro, desde el vendedor hasta el productor. En general, el precio por kilogramo de hachís marroquí, adquirido directamente del distribuidor, oscila entre unos 250 € a 1.500€, mientras que el hachís afgano, como se ha mencionado antes, cuesta unos 80 €-200 €.
El valor máximo de un kilogramo de hachís afgano al por mayor varía de unos 750 € hasta los 2.500 € en Ámsterdam, mientras que un kilo de hachís marroquí oscila entre unos 1.000 € por el de mala calidad y hasta 6.000 € por los de mejor calidad. Y en los coffeeshops, el precio de venta al público del afgano oscila de unos 2,50 € a unos 10 € el gramo, mientras que el marroquí alcanza un precio final de 4 € a 16 € el gramo.
Los salarios medios en Afganistán también suelen ser en considerablemente inferiores a los de Marruecos. En Afganistán, el salario medio anual es de unos 8.000 € al año, mientras que en Marruecos la cifra se acerca a los 20.000 €. Hay que tener en cuenta estos factores a la hora de considerar qué es un salario justo o injusto en cada país.
Sin embargo, la gran mayoría de los beneficios generados en ambos mercados los obtienen las organizaciones criminales que transportan el hachís a Europa. Por lo tanto, existen razones suficientes para modificar la ley internacional, regular el mercado y aplicar prácticas comerciales justas entre los exportadores y los importadores.
¿Existe algo parecido a un comercio justo de hachís hoy?
En una palabra, no. Para que algo sea considerado Comercio Justo, en el sentido jurídico de la palabra, tiene que estar certificado y aprobado por la Fundación de Comercio Justo y su organismo de certificación, FLO-CERT. Es obvio que esto no puede suceder con un producto que es ilegal según el derecho internacional, y que no puede exportarse ni importarse.
En el mercado negro, a los productores de hachís se les paga muy poco comparado con los beneficios que pueden generar los intermediarios, los distribuidores y los vendedores. Sin embargo, se dispone de uno o dos informes que describen cómo se ha producido algo que casi podría denominarse “Comercio Justo” en el mercado ilícito.
En 2015, VICE informaba sobre que un grupo de vendedores que tenía una página de ventas de drogas ilegales en una web profunda llamada The Silk Road, y conocidos como The Scurvy Crew, y que había establecido acuerdos de exclusividad con los agricultores que incluían una “bonificación al firmar el contrato” destinada a permitirles mejorar sus condiciones de vida y las de sus familias. Ace, el cabecilla del grupo, mencionaba a la revista que muchas granjas estaban “completamente abandonadas”; en un caso, el grupo pagó el tratamiento médico de la esposa de un granjero, además de la reforma de su granja.
¿Se puede crear un sistema de Comercio Justo para el hachís?
Mientras que el comercio internacional de marihuana y hachís sigua siendo ilegal, es imposible establecer un verdadero sistema de Comercio Justo que garantice una mejor distribución de los beneficios. Sin embargo, puede que veamos más relaciones como las establecidas por el grupo The Scurvy Crew, ya que dichos sistemas aportan grandes beneficios tanto para el productor como para el comprador. El artículo de VICE señala, por ejemplo, que la ética del grupo llevó a establecer una “gran relación de trabajo” con los productores, garantizando un flujo constante de hachís de primera calidad a sus clientes.
Por otro lado, es importante tener en cuenta el hecho de que si el cannabis se convirtiese de verdad en legal, el precio que alcanzaría en el mercado libre probablemente disminuiría considerablemente con el tiempo, hasta llegar a compararse con el de otros cultivos comerciales legales, como las uvas (una buena comparación, ya que las uvas también se utilizan para elaborar un producto con alta fiscalidad que causa intoxicación, y por lo tanto, tiene un precio más alto por hectárea en comparación con otros cultivos legales). Por hectárea, los cultivos ilegales son más valiosos con mucha diferencia que los cultivos legales, precisamente debido al hecho de que son ilegales, y por lo tanto, se incurre en riesgos mucho mayores de los que conlleva cualquier aventura legal.
Sólo por comparar: en la actualidad, el cannabis produce actualmente 47,66 millones de dólares por km² (y, como tal, es el cultivo más lucrativo del mundo con un amplio margen), mientras que las uvas producen una cantidad mucho menor de 625.000 $ por km². Si el cannabis cayera a valores comparativamente tan bajos por km², incluso aunque el sistema de Comercio Justo más justo estuviese en marcha, no podría compararse a los ingresos obtenidos mientras sigue siendo ilegal.
Durante los próximos años, el mercado de cannabis va a sufrir cambios drásticos a medida que el mundo se abre a las posibilidades de la legalización y la regulación. En esta etapa, resulta fundamental que se pongan en marcha la estructuras necesarias para garantizar que al mundo en desarrollo se le da la misma oportunidad de participar en la industria, no sólo por el potencial de hacer dinero, sino también por la posibilidad de mejorar la salud pública y las condiciones de vida al hacer que el cáñamo y el cannabis medicinales sean accesibles una vez más.
Por Seshata