Dentro de las diversas técnicas de propagación vegetal existentes, hay una sobre todo que no es muy utilizada en cannabicultura y es la técnica del injerto. Hay mucha bibliografía sobre esquejes y las técnicas que clonación por este sistema en cannabicultura, igual que también hay cierta documentación referente a los acodos tanto terrestres como aéreos pero cuando hablamos de injerto en cannabis el poder hallar referencias al tema se vuelve dificultoso. Esto nos demuestra que la técnica del injerto no está nada extendida entre los cannabicultores, perdiéndose determinados beneficios que se pueden lograr por este sistema de propagación vegetal. Pero antes vamos a hacernos una idea más generalizada sobre lo qué consiste esta técnica.
Origen y evolución del injerto.
Se tiene constancia que sobre el año mil antes de J.C., el pueblo chino ya conocía la técnica de multiplicación vegetativa del injerto en en plantas leñosas. Aristóteles (384-322 a.C.) ya recoge en su obra y de una forma muy descriptiva como se realizaban los injertos por aquellos entonces. Tremenda fue su popularidad durante la época del Imperio Romano, donde se desarrollaron diversos métodos para practicar el injerto.
Y desde entonces no ha dejado de aplicarse y ampliarse a otros campos de la agricultura, llegándose a pasar de realizar injertos en fruticultura a hacerlos en herbáceas, como los de sandía para prevenir la temida fusariosis u otros hortícolas tanto cucurbitáceas como solanáceas. El número de técnicas y métodos de injertar ha ido aumentando y propagándose de tal modo que hoy día en fruticultura todos los árboles que se cultivan son ejemplares injertados.
El injerto, sus partes y principales finalidades.
En botánica se define al injerto como la unión de dos porciones de tejido vegetal viviente de modo que se unan, crezcan y se desarrollen como una sola planta.
Por un lado tenemos la parte terrestre que comprenderá las raíces y a la que se le denomina “patrón o portainjertos” (= pie), y por otro tenemos la parte aérea que es el “injerto” propiamente dicho.
La intención es encontrar un pie aprovechable para injertar una variedad deseable. A la hora de realizar un injerto se buscan determinados beneficios y ventajas que pueden brindarnos para mejorar el cultivo en uno u otro sentido. Las finalidades por las que se practican injertos en agricultura son muy diversas. Se hacen para perpetuar clones que presentan dificultad de propagarse por otros procedimientos de multiplicación, también para cambiar los cultivares de plantas ya establecidas, ó para acelerar la madurez reproductora de plantas seleccionadas procedentes de programas de hibridación. También por medio del injertado se pueden obtener formas especiales de crecimiento de las plantas, y a nivel de fitopatología nos sirven para estudiar determinadas enfermedades virales, pero sin duda alguna el uso más generalizado que se le da es para obtener beneficios de ciertos patrones.
Pero dos ventajas derivadas del injertado que podemos aplicar en cannabicultura, por un lado hallamos una buena solución para reducir espacio a la hora de mantener plantas madres. Podemos mantener 3 variedades injertadas en un mismo pie, así en 4 plantas podemos tener 12 variedades que podemos ir replicando a medida que vayamos necesitando. Otra ventaja es a la hora de aumentar la diversas de nuestra bodega cannábica, si plantamos 4 plantas con 3 injertos cada una, cosecharemos al final de cuentas 12 variedades distintas con las que poder ampliar la carta de sabores y matices de nuestra despensa personal.
Entonces, ¿se puede injertar cannabis?
El éxito a la hora de realizar un injerto radica sobre en todo en la coincidencia de los tejidos próximos a la capa de cambium que produce callo. Por ello el injerto está limitado, en las angiospermas, a las dicotiledóneas (entre las que se halla en cannabis) y, en las gimnospermas, a las coníferas. Pero en las monocotiledóneas el injerto es más difícil, aunque existen casos éxito de unión.
En caso del cannabis puedo afirmar de forma personal que sí que he llegado a realizar con éxito el injerto en cannabicultura pero sólo mediante injerto por yema, el injerto llegó a ser fértil ya que fue polinizado y produjo semillas igual que las plantas no injertadas. También debo decir que sólo lo he podido realizar una sola vez y que el resto de veces que he intentado repetirlo no ha habido éxito.
La verdad es que no hay forma exacta alguna de poder augurar el éxito a la hora de realizar un injerto. Pero es verdad que cuanto mayor es la afinidad botánica entre ambas especies, mayores son las probabilidades de obtener un exitoso resultado. Está claro que si trabajamos con patrón e injerto de una misma especie pero de distinta variedad la afinidad es mayor. La cuestión es si podremos además injertar el cannabis con otra especie de la misma familia, son muchos los interrogantes sobre si se podrá o no injertar con Humulus sp. (Lúpulos), ya que ambas especies tanto el cannabis como el humulus forman parte de la familia de las Cannabinaceae.
La unión del injerto
Para asegurar la unión de los tejidos en un injerto se debe de dar dos condicionantes de afinidad. Por una lado se debe presentar una afinidad morfológica y anatómica, la constitución de sus tejidos debe ser muy similar, así los haces conductores de las dos plantas a unir presentarán diámetros iguales. Y por otro lado debe existir una afinidad fisiológica y de funcionamiento, debe existir una analogía entre las savias, en cuanto a cantidad y constitución de la misma con lo que se asegura un flujo adecuado que garantice la nutrición exacta del injerto.
Al ponerse en contacto los tejidos de patrón e injerto deben mantenerse unas condiciones de temperatura y humedad que estimulen la unión en las células puestas en contacto y en las circundantes. La unión definitiva del injerto se realiza a través de células desarrolladas después de efectuado éste, no se mezclan los contenidos celulares, sino que tanto las células producidas por el patrón como las del injerto mantienen su propia identidad.
¿Qué factores influyen en la unión de un injerto?
El éxito en la unión del injerto depende de diversos factores que hay que tener en cuenta para aumentar las probabilidades de obtener resultados positivos. Los parámetros ambientales, la propia genética de las plantas e incluso el uso de sustancias reguladoras son factores a conocer. Partiendo que en cannabicultura se desconocen los parámetros exactos, o de conocerse no he logrado encontrar literatura al respecto, vamos a ver la influencia que tienen en los injertos practicados en otro tipo de cultivos.
Las especies que se pueden injertar necesitan para una correcta formación de tejido de callo que las temperaturas estén entre determinados valores, en caso del cannabis se desconocen exactamente. Pero en otros cultivos como por ejemplo el manzano, no produce este tejido con temperaturas inferior a los 0º C o por encima de los 40º C. En cambio, en la vid la oscilación es mínima, ya que la temperatura óptima para el injerto debe oscilar entre los 24 y 27º C.
La humedad también es muy importante, ya que el parénquima está formado por unas células que poseen una pared delgada y muy sensibles a la deshidratación, si se exponen al aire. Si los niveles de humedad relativa se hallan por debajo del punto de saturación se inhibe la formación de callo y aumentan la tasa de mortandad celular por desecación, por ello es recomendable crear una delgada película de agua sobre la zona de encallecimiento.
Para que se forme el tejido de callo el oxígeno ha de estar presente en la unión del injerto. Las funciones de división y crecimiento celular conllevan a un excesivo consumo de oxígeno. Se desconoce si en cannabis puede bastar una tasa de oxígeno menor o demanda un mayor aporte de este gas.
La actividad de crecimiento del patrón viene producida por el estímulo causado por auxinas y giberelinas producidas en las propias yemas. Es conveniente dejarle al patrón alguna rama para que haga de tirasavias.
En la efectividad de la técnica de injerto utilizada va a residir también la eficacia del resultado. Hay que asegurarse que se ponen en contacto de forma suficiente las regiones cambiales del patrón y de la variedad injertada.
Es común que al realizar el injerto quede contaminado con diversos patógenos. Al injertar podemos infestar a través de las cicatrices creadas, pequeños microorganismos fitopatógenos como bacterias y hongos. A este tipo de contaminación se la conoce como transmisión mecánica. La limpieza y desinfección de herramientas y zonas de trabajo reducirán las probabilidades.
En diversos estudios que se han realizado se ha comprobado una relación entre la formación de callo y el uso de sustancia reguladoras del crecimiento como auxinas y kinetinas, e incluso con la combinación de éstas con ácido abscísico.
Una vez realizado el injerto también van a ser vitales mantener estables los parámetros ideales de las condiciones ambientales posteriores al injerto. Ni patrón ni injerto deben presentar ningún síntoma de marchitamiento, al tiempo que hay que mantener una temperatura ideal para que sea efectiva la soldadura.
Evidentemente, la compatibilidad e incompatibilidad de las especies a unir también es otro factor muy importante. No hay reglas que nos permitan determinar el grado de incompatibilidad entre variedades, sólo el ensayo error nos permitirá ir conociendo de forma más amplia este factor determinante.
Ahora que ya sabemos más sobre el injerto no hay excusas para ponernos a trabajar manos a la obra y comenzar a extraerle toda la esencia que esta técnica nos puede brindar. Hay que mirar siempre con la intención de mejorar y facilitar el cultivar de los vergeles cannábicos, sólo así conseguiremos optimizar al máximo cada minuto y cada esfuerzo invertido en nuestro intento de autoabastecernos de cannabis de calidad.
Bibliografía:
“Influencia de patrones utilizados en el cultivo de sandía bajo plástico.
Sobre la producción, precocidad y calidad del fruto de Almería”. Por Francisco Camacho Ferre y
Eduardo J. Fernández Rodríguez.
“Efecto de la técnica agrícola del injerto en las respuestas fisiológicas de resistencia
ante un estrés hídrico moderado de plantas de tomate cherry”. Eva Sánchez Rodríguez.
“Catequinas y compatibilidad en homoinjertos de Calocarpum sapota y heteroinjertos de
Calocarpum sapota/Achras sapota L. en dos etapas fenológicas. Juan Manuel González González.
“Compatibilidad de injertos en frutales”. Ana Pina