Por Miguel Gimeno.- En muchas ocasiones hemos de adaptar la forma y tamaño de nuestras plantas de cannabis a las exigencias del cultivo y las nuestras propias. Muchos cannabicultores intentan mantener en la mayor medida posible la discreción de sus cultivos por motivos de robos o de futuros posibles problemas con la ley, pero cuando se encuentran con variedades que crecen demasiado se ven desbordados ante tanto crecimiento vegetativo y comienzan a sentir cierto temor por los grandes tamaños que llegan a alcanzar algunos ejemplares. En ese momento las podas se vuelven un aliado indiscutible para el cannabicultor, ya que esta práctica le permite el mantener ciertamente controlado el crecimiento vertical desmesurado de algunas variedades.
No sólo son por motivos de seguridad y discreción, las podas de formación también se han de realizar en casos de encontrarnos ante ejemplares de plantas que crecen desproporcionadas por motivos de luminosidad, de competencia por el espacio con otras plantas, o incluso de plantas o esquejes que han sufrido un proceso revegetativo, esto les provoca una ramificación masiva, se precisa de realizar podas y aclareos para proporcionarle a la planta una determinada estructura que le permita desarrollarse sin problemas formativos.
Para aquellos ejemplares a los que queremos cultivar más de forma horizontal que vertical, nos vale con realizar podas de los ápices de tallo central y de ramas laterales. Esto provoca una mayor ramificación inhibiendo el crecimiento horizontal. Se pueden realizar tantas podas como se deseen, pero siempre permitiendo que el número de ramas no evite la aireación interna de la planta, ya que si no se corre riesgo de padecer algún tipo de hongo.
Algunas plantas al hallarse en lugares que le resulta incómodo para poder realizar un crecimiento normal y equilibrado, comienzan a ramificar de forma desigual de tal forma que hay zonas de la planta densamente poblada intercaladas con otras menos vegetadas. Esto lleva a un crecimiento anómalo que hace que algunas zonas de la planta crezcan más que otras y les hagan sombra y con ello se agudice el problema. En este caso debemos controlar aquellas ramas que crezcan más y controlarlas por medio de podas o pinzamientos de los ápices (en el pinzamiento no hay que cortar el ápice, simplemente pisarlo con los dedos). El proceso hay que repetirlo hasta que se iguale la planta y reciba luz por igual.
Las plantas o esquejes que inician la floración y la interrumpen de forma casi inmediata, comienzan a revegetar y lo hacen ramificando en exceso, lo que hace inevitable que se haga un aclareo de ramas y dejar sólo aquellas que le pueda permitir cierto aireamiento interno conforme se vayan desarrollando las plantas, siempre teniendo en cuenta que hay que dejar ramas que no puedan llegar a cruzarse entre ellas, lo que podría provocar su futura rotura.
Durante la floración también podemos hacer aclareos de ramas muy bajas que contienen diminutos cogollos. Este aclareo de flores y ramas bajas aumenta el engorde de los cogollos de las puntas, ya que toda la savia asciende hacia ellas sin perderse por el camino en alimentar ramas, hojas y flores que no darán producción, al tiempo de resultar bastante engorrosas de manicurar.
Por Miguel Gimeno
3 Responses
hola muy buena la informacion! no hay algun video que muestre la manera de podar los apices?
Hay alguna preferencia a la hora de realizarlo de noche o de día?
Gracias
Estaría bueno un poco de imagen que acompañe a la info, o algún video. Igual muy buena la info!