La revista por excelencia de psicoactivos y cultura canábica, Cáñamo, celebra sus 4to aniversario con tremenda fiesta. Conversamos con Sebastián Binfa, su director, y regalamos entradas en este post.
En 2005, después de abril (cogollos mil), vi por primera vez una revista chilena con una hoja de marihuana en la portada. Era amarilla y se llamaba Cáñamo, un secreto a voces que en mayo de ese año se haría muy conocido gracias a una jugada de la distribuidora Alfa- responsable de llevar a los quioscos: Caras, Condorito y TV Grama-. Supuestamente por razones económicas, Alfa negó la salida de la revista a los puntos donde iba a ser vendida. Algo que molestó a muchos que esperábamos la versión local de la españolísima Cáñamo, y donde difícilmente cabía otro argumento más que el moralista e ideológico.
No se trataba de que la Cáñamo hiciera una apología a las drogas. Eso hasta es penado por la ley. El fondo de la revista lo explican ellos mismos en alguna editorial: La idea es “contribuir a un debate serio, bien fundamentado y democrático, sobre las drogas, respetando a quien haya decidido no consumir sustancias y, con la misma fuerza, exigiendo respeto por aquellos que hayan optado por usarlas”.
Por eso en su cuarto aniversario, decidimos conversar con su director Sebastián Binfa, quien mucho antes de pensar en la revista, vendía infusiones de plantas medicinales en fiestas electrónicas como Earthdance. Las mismas que alguna vez le dieron vuelta una crisis emocional, en lugar de las pastillas del siquiatra.
Hola Sebastián. A los 4 años uno va a pre-kínder y ya sabe caminar y hablar. ¿Cuáles han sido sus logros más importantes en este tiempo?
—Pienso que el logro más importante es mantenernos en los kioscos después de 4 años, distribuidos por La Tercera y haber generado credibilidad entre las personas.
¿Has pasado algún mal rato por ser un rostro del activismo en pro de la despenalización de la marihuana?
—Sí, varios, por ejemplo el Banco Estado, el mismo de todos los chilenos nos cerró la cuenta sin aviso. Nos dimos cuenta porque la cuenta estaba en cero. La respuesta fue que no querían trabajar con nosotros.
En Chile, tanto la izquierda como la derecha son tradicionalistas, muy morales y retrógradas en cuanto a la instalación de un debate sobre las drogas. Eso lo sabemos todos. Pero, ¿Cómo enfrentas ese panorama?
—Uff… es totalmente cierto. La única manera es conversando y debatiendo el tema pero desde un punto de vista de las personas, no de las drogas. O sea no poner el acento en que sean buenas o malas, sino que mostrarle las consecuencias de la actual política.
¿Qué piensas del trabajo de Conace?
—Me parece que hacen su pega, es por lo que dicen y hacen por lo que les pagan. Obviamente no representan una institución que vela por la salud de las personas.
El otro día viendo canal 13, mostraban en una nota la confiscación de un laboratorio que cultivaba marihuana. El periodista en off explicaba que los detenidos portaban numerosa “literatura sobre el tema” y en las imágenes se veía a una detective hojeando la Cáñamo. ¿Qué sientes con esa lectura que les da el noticiero?
—Típico de canal 13, si sup
ieran los nombres de todos sus rostros que fuman marihuana… pero no es primera vez que ocurre. Y es gracioso porque es lo mismo que si mostraran la revista Capital al detener a un estafador de cuello y corbata, o a un chofer de camión cocido con algún suplemento de copete. La información se puede usar para muchas cosas…
Considerando que Argentina y México han despenalizado el consumo personal de marihuana, y que hace unos meses el Conace sugirió evaluar esa medida acá en Chile: ¿Qué gana este país despenalizando la marihuana?
—Gana en ahorrar recursos que pueden ser usados en rehabilitación o en campañas de prevención o reducción de riesgo y daños. Gana en que menos personas inocentes terminen en la cárcel. Gana en que haya menos delincuencia al afectar gravemente al mercado ilegal. Gana en libertades. Gana en ciudadanos más responsables e informados. Gana en salud, etc.
El candidato que más sustancias ilícitas ha consumido (reconocido públicamente por él mismo) es el rostro de su última portada. Con entrevista amable incluida. ¿Es ME-O el presidenciable de Cáñamo?
—No, no es un candidato de Cáñamo, simplemente fue el único que quiso hablar y dar la cara. Eso se agradece, ya que para la mayoría salir en Cáñamo es desvalorizarse. Invitamos a todos los candidatos, pero no quisieron y mandaron a sus alternos. Años anteriores ha ocurrido algo similar.
¿Y cómo son las pautas de la Cáñamo? Desde otras revistas nos imaginamos que deben ser las más alucinantes jornadas de trabajo.
—Jajaja, mantenemos el misterio para no perder el encanto.
Ese 2005 a pesar del freno de la distribuidora salieron de todas formas a la calle. Ahí nos conocimos con la gente de Cáñamo. En Valparaíso. Cuando organizamos el lanzamiento de la revista por allá y uno de nuestros primeros periodistas, Fernando Costa, consiguió el contacto para su distribución en el sindicato de suplementeros.
Hoy, la revista es conocida de Arica a Punta Arenas, uno de sus fundadores incluso va como candidato a diputado. Y hasta la he visto en escenas de algunas películas locales. Le comento esto a Sebastián.
¿Pensaste alguna vez que la revista les abriría estos caminos? ¿Qué se viene para Cáñamo ahora?
—La verdad que no, siempre lo que venga será un misterio. Lo que sí tenemos claro son nuestros objetivos a mediano y largo plazo. De momento estamos trabajando para abrir un grow shop profesional en diciembre, el primero de su tipo en Chile. Es una tienda de cultivo, donde habrán marcas holandesas y españolas además de productos nacionales.
Excelente. Y para cerrar: ¿Cuál ha sido tu mejor experiencia con la marihuana?
—Debo reconocer que yo ya no fumo, y no es que sólo la aspire a lo Clinton, sino que la dejé como hace 10 años. Recuerdo en Tongoy habernos tomado un trip y en mi ignorancia lo mezclé con una cantidad exagerada de paragua… ni te digo como terminé. Sólo recuerdo que me metí a la cocina de un restaurant a pelarle el cable al cocinero, no podía parar de reírme… el tipo se molestó bastante.
Fuente Paniko