El cannabis puede que sea la primera planta cultivada por el hombre. Hace unos 6.000 años, una de las primeras civilizaciones, la Yangshao, que se extendida a lo largo del curso central del río Amarillo en China, usaban el cáñamo en su día a día. En las ruinas de la ciudad de Xi’an Banpo, en la provincia de Shaanxi se encontraron restos de tejidos de cáñamo, así como piezas de cerámicas decoradas con cuerdas de cáñamo. Durante aproximadamente 2.000 años, su economía fue impulsada gracias al comercio de tejidos elaborados con esta planta.
Las semillas de cannabis, sean de marihuana o de cáñamo, son uno de los alimentos más completos que existen. Se consideran un súper-alimento por su gran contenido en proteínas vegetales, ácidos grasos esenciales Omega 3 y 6 en un perfecto ratio 3:1. También contienen antioxidantes, minerales entre los que destacan el calcio, fósforo y hierro, Vitaminas A, C, D, E y del grupo B, 43-45% de fibra, 21 aminoácidos de los cuales 9 son aminoácidos esenciales que nuestro cuerpo necesita pero no produce por sí mismo…. y no tienen gluten.
Durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno norteamericano encargó a los científicos que trabajaban para la Oficina de Servicios Estratégicos, predecesor de la actual CIA, una sustancia química que pudiera acabar con las defensas psicológicas de los espías enemigos y de los prisioneros de guerra. Tras investigar y experimentar con diversos compuestos, seleccionaron un potente compuesto a base de extracto de marihuana al que se le dio el nombre en código de TD, siglas de truth drug o droga de la verdad.
La leche materna contiene cannabinoides, en muy bajas concentraciones y pertenecientes el grupo de los endocannaboniodes, a diferencia de los fitocannabinoides que los produce exclusivamente el cannabis. Los endocannabinoides los producen casi todos los organismos del reino animal y en el caso de la leche materna, se relacionan directamente con nuestra primera estimulación del apetito. Estos endocannabinoides también tienen un efecto de bienestar sobre el niño, calmando náuseas, vómitos, dolor, alteraciones del movimiento, espasticidad muscular, asma o insomnio.
El mango intensifica los efectos del cannabis. La explicación se encuentra en que es una fruta que tiene un bajo contenido en calorías y una gran cantidad de vitamina A, mirceno y terpenos, ésas dos últimas químicas presentes también en la marihuana. Al consumir cannabis y comer un mango, estas dos sustancias ayudan al THC a pasar por la barrera hematoencefalica hasta 4 veces más rápido. Los efectos finalmente también son más prolongados.
Hasta finales del siglo XIX, aproximadamente un 90% del papel era fabricado con fibras de cáñamo. La prohibición a mediados del siglo pasado terminó con su cultivo. Una hectárea de cultivo de cáñamo durante 20 años produce la misma cantidad de papel que 4 hectáreas de árboles en el mismo tiempo. Las plantas apenas necesitan 90 días para completar su ciclo y la elaboración del papel de cáñamo es mucho más barata y ecológica que el papel de madera, es mucho más resistente, aguanta mejor el paso del tiempo y se puede reciclar muchas más veces.
Y seguimos con las fibras, las más largas, resistentes y suaves de origen vegetal. Los textiles elaborados con cáñamo llegan a ser más suaves, aislantes, frescas, absorbentes y de mayor duración que el algodón. Antiguamente era la fibra más usada y se considerada el estándar para medir la calidad de las otras fibras. Una hectárea de cultivo de cannabis produce el doble de fibra que una de algodón, requiere menos agua y un reducido uso de químicos, tanto durante su cultivo como su posterior procesado.