De un tiempo a esta parte, varias voces se han levantado para hacer oír que la marihuana debe ser legalizada, aunque con ciertas reglas que normen, normalicen, y no simplemente liberalicen, auque la medida sea desde ya liberal, el consumo personal y médico de la hoja “voladora” porque la prohibición que ahora existe, es sólo útil para aumentar los recursos de los delincuentes y las organizaciones mafiosas dedicadas al narcotráfico.
Si bien varias son las potencias que están dedicando ingentes cantidades de millones de dólares de sus arcas para hacerle frente al mercado de las drogas, la cantidad de recursos que se maneja en el mercado ilegal de las drogas es lo suficientemente alta como para sostener la guerra contra los estados. En este caso Estados Unidos y México, los protagonistas “casi” centrales de esta lucha.
El Estado mexicano está a punto de invertir siete mil millones de dólares en una guerra que muchos consideran perdida, eso sin contar a unos agentes del Estado corruptibles, incluso con mejor nivel técnico, más armamento y asesores gringos.
Para los que es hora de quitar la hipocresía y algunos moralismos idiotas, algunos portavoces famosos, como Carlos Santana, el famoso músico mexicano, ha abordado de frente el tema, justo en frente del presidente de Estados Unidos, Barak Obama, a quien le pidió que legalice la marihuana para que el dinero de su comercialización sea invertido en educación y cultura.
“Legalicen la marihuana -señaló el guitarrista en una entrevista a Variety- y usen todo ese dinero para contratar maestros y en actividades artísticas y de cultura. Así se verá una verdadera transformación en Estados Unidos”. Durante una sesión de preguntas y respuestas realizadas por Internet en marzo, varios internautas interrogaron a Obama si la legalización de la droga ayudaría a sacar el país de la recesión.
El Presidente respondió que no pensaba que era una política económica buena y también dijo en broma: “No sé qué dice, esto sobre la audiencia en Internet”. Para refutar, Santana indicó que la legalización de la droga “está realmente atrasada, es como la prohibición del alcohol de los años 20 del siglo pasado. Realmente creo que en cuanto legalicemos y despenalicemos la marihuana podremos tener un buen gobernador que deje de quitar dinero a la educación, y lo podamos enviar de vuelta a Hollywood donde pueda hacer películas de pésima calidad”, dijo agriamente en referencia al ex héroe de acción y actual gobernador de California, Arnold Schwarzenegger.
Pero no sólo en Estados Unidos ha saltado la polémica, otros países también han dejado claro de que es tiempo de modernizarse un poco respecto de las drogas “blandas”.
LA OTRA CARA
La idea de que la marihuana “no es una droga” o de que es una “droga leve” es duramente cuestionada por el médico Ronaldo Laranjeira, profesor del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Federal de San Pablo UNIFESP (antigua Escuela Paulista de Medicina).
El médico alerta sobre el aumento de concentración de la sustancia activa de la marihuana (THC o delta-9-tetrahidrocanabinol), actualmente comercializada en el país, que genera en el usuario crónico el riesgo de desarrollar dependencia. “La marihuana que se fuma hoy, no es la misma que se fumaba en los 70. No podemos, por lo tanto, mantener la misma postura ‘ingenua’ que teníamos en el pasado”, afirma el psiquiatra. Basado en este argumento es que no escatima ataques a los discursos a favor de la legalización o liberalización de la droga y la ausencia de una política gubernamental seria de prevención del uso de drogas en el Brasil.
“No puedo considerar leve a una droga que compromete la vida de las personas”, se defiende Laranjeira.
“Pese a que puedan parecer sutiles, los efectos en aquellos que hacen uso de la marihuana, en altas concentraciones, durante meses o años, son significativos”. Y la experiencia clínica de la UNIFESP ha comprobado que no siempre las consecuencias en el organismo se curan rápidamente.
LOS DEFENSORES
Mientras, en varias ciudades de Brasil se llevaron a cabo manifestaciones en favor de la legalización de la marihuana, alentadas porque el ministro de Medio Ambiente de Brasil, Carlos Minc, que participó en la marcha y defendió en el Congreso la despenalización de la marihuana, señalando que la droga debía recibir el mismo trato que el cigarrillo y el alcohol para evitar alimentar el tráfico ilegal.
Minc compareció ante una comisión contra el crimen organizado de la Cámara de Diputados, donde fue citado para dar explicaciones por haber participado en una marcha a favor de la legalización de la marihuana.
Por su parte, en Uruguay el tema se coló en la campaña electoral para los comicios internos del 28 de junio y causó gran revuelo. El principal enfrentamiento se dio en el seno del partido oficialista, el Frente Amplio. Por un lado están los sectores de jóvenes que claman una nueva ley de despenalización, que legalizaría la marihuana y sustancias similares.
En la vereda de enfrente está el candidato de la izquierda José Mujica que sin embargo pretende hacer más restrictiva la ley actual, que permite el consumo personal de la droga.
Mujica propone dar potestad a las autoridades para internar a drogadictos, aún contra su voluntad, algo que -según la prensa local- contaría con el apoyo de gran parte de la sociedad uruguaya, que está preocupada por el aumento del consumo de sustancias, como la pasta base.
Mientras en Argentina, con una nueva ley, se castiga la tenencia de drogas, pero no penaliza el consumo.
Una serie de recientes fallos de la Justicia a favor de la tenencia de drogas como la marihuana y el éxtasis también ha puesto el tema de la despenalización en el centro del debate en Argentina.
A diferencia de lo que ocurre en otros países, esta legalización es apoyada por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
ENCONTRAR A LOS CULPABLES
En ciertos países como Colombia, Perú, Bolivia y México, uno de los mayores focos de crecimiento de cultivos ilícitos tiene lugar en parques y reservas naturales, donde el aislamiento físico y el hecho de ser un espacio público, dificulta la persecución de los responsables.
Estados Unidos ha insistido muchas veces en que los países andinos empleen químicos como el glifosato para luchar contra la coca, pero las autoridades, al menos en California, donde también hay grandes plantaciones, son renuentes a hacer lo mismo en su propio territorio.
En palabras de Jackie Long, agente especial supervisor del Buró Antinarcóticos del Departamento de Justicia de California: “Hay muchos herbicidas que pueden ser usados. Lamentablemente, debido a que los cultivos están en el bosque, y están mezclados con los árboles y la maleza, fumigar con herbicida devastaría el bosque entero. Así que eso simplemente no pasaría aquí”.
DE A POCO
Ahora en México se ha dispuesto que no es delito poseer menos de 500 miligramos de cocaína, 50 miligramos de heroína, 40 miligramos de anfetamina y cinco gramos de marihuana, aunque el presidente Felipe Calderón haya descartado la legalización total de los estupefacientes. La decisión ha provocado los primeros roces con Estados Unidos que contribuye con 50 millones de euros fondos del Plan Mérida para comprar equipamiento destinado a la pelea con los cárteles en su vecino del sur.
La legislación azteca se sitúa en la misma línea que la de Perú, segundo productor de hoja de coca y cocaína del mundo, donde está permitida la tenencia de pequeñas dosis para el uso personal. El caso de Venezuela es más restrictivo ya que aunque no es delito (hasta dos gramos de cocaína y 20 de cannabis) puede imponerse sanciones administrativas y hasta la expulsión del país, en el caso de los extranjeros.
Sin embargo, un grupo amplio de naciones (Paraguay, Panamá, Honduras, El Salvador, Guatemala, Costa Rica, Nicaragua y Chile) no contemplan leyes que inhiban de castigo por el uso personal. Brasil penaliza la tenencia, aunque la pena baja si el usuario se somete a un programa de desintoxicación.
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