Rasquera es un pueblo de Cataluña, habitado en su mayoría por ancianos, que decidió arrendar sus campos a una asociación de autoconsumo de marihuana. La iniciativa ha transformado a la pequeña localidad española en el centro de un debate que tiene de las mechas a políticos, sacerdotes, abogados y consumidores.
Las cabras corren berreando cuesta abajo a satisfacer el hambre del mediodía entre chopos y coscojas. Ambrosio Blagué las guía de memoria con su perro Llorens. Nació hace 90 años y desde hace ochenta y cinco sabe cómo y por dónde pilotar a las amadas; son los únicos rumiantes con denominación de origen de la comarca del río Ebro. La llaman cabra blanca rasquerana, que de blanca sólo tiene el fondo de sus manchas negras.
-Ambrosio, ¿has probado la marihuana?
-Nunca.
-¿La conoces?
-Tampoco.
-Pero, ¿sabes si hace algo malo?
-Dicen que sí.
Rasquera es un pueblo agrícola de Tarragona ubicado en las partes más ignotas dela Cataluñarural. Fue fundado hace ochocientos años, antes de que España fuera España, por catalanes ancestrales. Hace dos celebraron el octavo centenario, conmemoración que se origina cuando los caballeros templarios, que habitaban el vecino Castillo de Miravent, le dieron la carta de población.
Hoy tiene sólo novecientos habitantes que se dedican fundamentalmente al pastoreo y a una agricultura de subsistencia, aunque la mayoría malvive de una magra jubilación. Buena parte de la población tiene más de sesenta años. Con la crisis, el Ayuntamiento ya debe, a moros y cristianos, un millón trescientos mil euros.
Orlando Pellisa toma el sol en la plaza. Es pastor de cabras retirado. Acaba de entrar en su octava década.
-¿Has fumado marihuana alguna vez, Orlando?
-Yo no la he fumado nunca.
-Pero, ¿la conoces?
-Claro, he visto las plantas aquí en Rasquera, en macetas.
-Y ¿qué te parece que se planten siete hectáreas en el pueblo?
-Tendrá que ser. Con la ayuda de Dios.
Periodistas de canales de televisión de todo el mundo rodean a estos pastores que han decidido ser emprendedores a todo evento como tanto les machaca el
gobierno neoliberal español.
En ocho siglos, los rasqueranos nunca habían sido tan famosos como ahora, desde que el Ayuntamiento, liderado por el alcalde Bernat Pellisa, decidió autorizar una inmensa plantación de marihuana para resolver la crisis de su deuda.
Bernat llamó a los rasqueranos a votar el proyecto en un plebiscito y buena parte lo apoyó. Así los habitantes de este pueblo, de calles y casas de piedra, han llegado a un acuerdo para arrendar sus campos a una asociación de autoconsumo de marihuana, llamada Asociación Barcelonesa Cannábica de Autoconsumo (ABCDA), que está dispuesta a pagar cifras que superan el millón de euros. La fórmula no sólo les permitirá pagar la deuda municipal y crear nuevos puestos de trabajo, también les facilitará seguir ofreciendo servicios municipales, como el reciclaje y la prevención de incendios forestales, que han debido suspender por la crisis.
A Elisenda Benaigues, profesora de primaria desde hace quince años, le pareció una buena iniciativa.
-Siempre que sea dentro de la legalidad -dice.
Joaquín Avellá, carpintero jubilado, afirma incluso que preferiría que en la misma plantación hubiera una tienda…
-Como en Holanda hay en los bares, y que se pudiera comprar allí sabiendo que es cosa limpia. Y así los jóvenes no tengan que ir donde un camello sin saber lo que compran.
En Holanda, durante décadas han sido permitidos los cafés porreros en los que se puede comprar y consumir derivados del cannabis. La producción y el tráfico hasta hace poco no estaba regulada. En un intento de paliar el llamado turismo del porro, los cafés sólo podrán atender ahora a socios que sean residentes de la ciudad donde se encuentran. Tampoco podrán vender las variedades más fuertes, aquellas que contienen más cantidad de Tetrahidrocannabinol (THC), la sustancia psicoactiva dela Cannabis Sativa.
En Estados Unidos, por otro lado, el uso terapéutico del cannabis está permitido en algunos lugares como California, Colorado, Nueva Jersey o Washington, generando una industria en torno al THC. Los médicos pueden recetar marihuana a pacientes para soportar los efectos del cáncer o dolores crónicos, para combatir el insomnio o la falta de apetito, y también otros infortunios.
En América Latina, el debate sobre la despenalización ha sido abierto por escritores y ex presidentes buscando espacios de legalidad ya que la lucha contra el narcotráfico es muchísimo más cara que los efectos de una legalización. Fernando Henrique Cardoso, Ernesto Zedillo, César Gaviria, Mario
Vargas Llosa o Ricardo Lagos consideran que las políticas de represión han fracasado y que es el momento de ir por otros caminos.
María Arrabal, panadera de Rasquera piensa como ellos.
-Es mejor que la legalicen de una vez porque es mejor que traficar -dice.
El escándalo nacional, a pesar de lo que piensan los rasqueranos, ha sido superlativo. Los medios de comunicación, siempre atentos a titulares que vendan ya llaman a Rasquera VILLA CANNABIS y a sus habitantes Los abueletes de la marihuana.
POR QUÉ TANTO ESCÁNDALO
Algunas autoridades, especialmente eclesiásticas, como el cura párroco del pueblo colindante a Rasquera, Móra d’Ebre, Dámaso Ruiz, han puesto literalmente el grito en el cielo. Ruiz advirtió en una homilía que la plantación de marihuana podría llegar a ser más perjudicial para la comarca que el almacén de residuos nucleares por el que batalló el pueblo vecino de Ascó, también en un intento por paliar las deudas de su crisis particular con alguna ocurrencia milagrosa. El cura afirmó también que junto con la marihuana llegaría la degradación moral y llamó a la gente a movilizarse para evitar que Rasquera y sus alrededores se conviertan “en el Medellín de España”. El obispo de la diócesis, cuando se le pregunta por estos dichos, calla.
El alcalde Bernat Pellisa, afirma, ante la batahola armada, que son todos unos hipócritas ya que el cannabis es una sustancia que genera mucho dinero sucio en España y es la responsable de una inconmensurable economía sumergida, un mercado negro que todos saben que existe y nadie quiere parar. Lo que el alcalde dice querer es normalizar y regularizar una situación que de hecho ya está presente en todo el mundo conocido y por conocer.
Asegura que la aprobación de su proyecto también servirá para medir la hipocresía de la sociedad española, ya que se sabe que los niños de 14 años ya acceden a las drogas, y que si se legalizara el consumo de cannabis para los mayores de 21, las mafias dejarían de lucrarse y se podría investigar en serio los beneficios terapéuticos que genera esta industria, además de engrosar los ingresos de la cada vez más empobrecida Seguridad Social.
El consumo de marihuana no está prohibido en España. Lo único prohibido expresamente es el cultivo y la venta. Desde 1997, el Tribunal Supremo español ha sentado jurisprudencia permitiendo la existencia de asociaciones privadas de consumo que pueden organizarse y cultivar todo el cannabis que necesitan.
A partir de ello se han desarrollado más de cuatrocientas plantaciones en todo el país, pero siempre han sido acuerdos entre privados. Esta es la primera vez que se intenta firmar uno de estos acuerdos con una institución pública como lo es el Ayuntamiento de Rasquera.
El alcalde, Bernat Pellisa, ha negociado nueve meses conla ABCDA, un club con fines lúdico-terapéuticos, así lo ponen sus estatutos, formada por cinco mil asociados. Por su parte el Ayuntamiento creará un ente público que se hará cargo de la plantación al que ha bautizado con una razón social notable “Rasquerana de Investigación e Interpretación de la variedad vegetal Cannabis Sativa”.
Esta empresa municipal hará la investigación para determinar qué cantidad de marihuana será necesaria plantar para el consumo estrictamente particular de sus socios ya que la ley no permite que haya excedentes.
ABCDA ya les ha pagado 36.000 euros por la firma del convenio y se ha comprometido a abonar 550.000 euros anuales por el alquiler de los campos y los gastos jurídicos y de seguridad del proyecto. Según los primeros cálculos, la plantación de marihuana traerá a Rasquera 50 nuevos puestos de trabajo que servirán para detener la fuga de los pocos vecinos jóvenes que quedan.
El consejero de interior catalán, Felip Puig, a cargo de la seguridad pública de Cataluña, no ha dicho nada hasta ahora, esperando que las aguas bajen y los medios de comunicación estén en otra cosa. Se cree que si efectivamente Rasquera planta marihuana, Puig no los reprimirá directamente. Pondrá el caso en manos de los tribunales.
En España, jurídicamente se han creado dos bandos en torno al tema. Algunos abogados dicen que, si bien el artículo 368 del Código Penal prohíbe el cultivo, la elaboración y el tráfico de drogas, igual deja una puerta abierta para que la gente pueda cultivar para el autoconsumo. Los más pesimistas, aunque no menos realistas, dicen que si se acepta la propuesta rasquerana, todos los pueblos de España, y por qué no algunas ciudades, formarán sus propias asociaciones de consumidores para compensar las bajas de los ingresos municipales. Otros piensan que España provocaría un efecto de llamada de drogadictos de toda especie transformándola en un paraíso yonqui.
Lo mismo teme el vecino Enrique Descarreres. Podría salir el tiro por la culata, dice.
-Si esto cunde, se va a parecer a los países sudamericanos que viven de la droga -afirma-. Vendrá a Rasquera la delincuencia más variopinta.
El alcalde Pellisa asegura al respecto que el contrato obligará a ABCDA a presentar un plan integral de seguridad, en el que no sólo habrá vallados y cámaras de seguridad, también se crearán medidas de control estrictas para la distribución entre los socios, afirma, aunque teme que son otras las motivaciones que intentan detener su proyecto.
-Legalmente estamos superavalados. Otra cosa es que entremos en cuestiones morales y políticas -dice.
SALIR DE LA TIERRA DE NADIE
Las asociaciones de autoconsumo tienen claro que viven en un limbo legal porque el fallo del Supremo sobre cultivo y consumo compartido de 1997, que ha sentado jurisprudencia, se refirió sólo al consumo de ciertas personas en un momento determinado, por lo que otros jueces o fiscales se podrían basar en eso mismo para darles con la plantación en la cabeza.
El presidente dela Federación de Asociaciones Cannábicas de España, Martín Barriuso, cree que esta nueva situación obligará de una vez a que el gobierno ponga por escrito instrucciones orientativas para la policía y las fiscalías en las que se detalle qué se puede considerar autoconsumo y qué no. Las asociaciones cannábicas vienen pidiendo desde hace tiempo protocolos de actuación muy claros para que no aparezca la policía, las autoridades sanitarias y los jueces, cada dos por tres, en sus sedes deteniendo a porreros y porreras.
Estas situaciones de represión esporádica se deben a que en España el cultivo para autoconsumo se ha abierto paso hasta ahora aprovechando los huecos de un Código Penal que prohíbe la producción y tráfico de sustancias ilícitas pero que no penaliza el consumo personal, el que solo es sancionado como infracción administrativa si se da en la calle. Distintas sentencias han establecido que la producción para autoconsumo no es ilícita, y las asociaciones de consumidores tratan de aprovechar esa rendija abierta. De ahí surgió el movimiento que trata de promover cultivos colectivos para consumo por sus socios, y que cuenta con plantaciones privadas en distintos puntos del país, sobre todo en el País Vasco y Cataluña.
El proyecto de Rasquera se quiere inscribir dentro de estos cultivos pero desafía los límites de esta práctica al ser el protagonista un ente público y al efectuarse la plantación en un terreno de siete hectáreas que sería el más grande de todos los que hay hasta ahora.
En el País Vasco, donde el tema está más avanzado y son más tolerantes, los expertos en el tema piensan que es muy difícil transformar un club de cinco mil socios en un club privado. Si se sigue la ley al pie de la letra los cinco mil tendrían que ser socios con las cuotas al día y la marihuana no se les podría vender. Cualquier mínimo desliz los mandaría a todos a la cárcel.
En Madrid, al director del Plan Antidroga de España, Francisco De Asís Babín, la iniciativa rasquerana lo pone loco.
-Han querido meter el segundo gol, antes que el primero -dice-. Se han pasado veinte pueblos en su osadía.
Afirma con contundencia que la ley española impide que una plantación con esas características pueda llegar a producirse.
-Estamos hablando de un acuerdo nulo de pleno derecho, porque lo que se está tratando de promover es una plantación que es ilegal a todas luces.
Como médico afirma que, además, hoy está más que demostrado que el cannabis activa trastornos mentales latentes en los adolescentes como psicosis o esquizofrenia, que luego son muy difíciles de remitir.
QUÉ HACER
En un país en que el consumo de cannabis no se penaliza, ¿ha llegado la hora de discutir las plantaciones a gran escala?
El gobierno vasco ha puesto una proposición parlamentaria para regular el consumo del cannabis y trabajará paralelamente en la elaboración de una nueva
Ley de Adicciones que regule claramente el cultivo, la venta y el consumo de marihuana en su zona y, especialmente, en los clubes de autoconsumo.
En Cataluña, donde hay treinta asociaciones en situación de inseguridad jurídica, balanceándose en la línea roja de tráfico o consumo propio, circunstancia que queda a la interpretación de la policía, la que muchas veces entra a saco en las plantaciones de marihuana que las proveen, quieren que esto se regule claramente de una vez. Aunque ABCDA ha encontrado un método sui generis para que la vista de algunos engorde. Patrocina la revista institucional de los suboficiales dela Guardia Civilde Barcelona y ayuda a financiar un albergue de monjas.
Pero en España, a nivel de Estado nacional, no se retrocede ni se avanza.
Según los leguleyos expertos, el Código Penal es tan abierto que permite que existan muchos escenarios. Si bien considera infracciones graves el consumo en lugares públicos y la tenencia ilícita de drogas, aunque no estén destinadas al tráfico, al llegar a los juzgados, esos casos se resuelven de diversas maneras ya que, desde 1997, las cortes provinciales han dictado sentencias absolutorias que han sido revalidadas después por el Tribunal Supremo.
Las sentencias, que han despejado el camino hacia la tolerancia de ciertos cultivos, destinados al consumo y no a la venta, están basadas en los requisitos que fijó el Supremo para hablar de “consumo compartido”. Los interesados tienen que ser consumidores habituales y haber dado su autorización previa. Debe ser un círculo cerrado de personas que consuman en un lugar también cerrado. Y la cantidad plantada debe satisfacer estrictamente la demanda del grupo.
Según esta jurisprudencia, el proyecto rasquerano tendría dos problemas para cumplir los requisitos. Debería haber una previsión de consumo de todos los socios. Y todo el pueblo, se tendría que hacer socio, incluido el alcalde y los concejales, ya que si promueven la actividad como terceros, ajenos a la asociación cannábica, se les podrá acusar de que tienen ánimo de lucro, y entonces tendrán que vérselas con la policía. También pasará lo mismo con quienes trabajen en el cultivo. Sólo así se les podría llegar a considerar, eventualmente, un círculo cerrado de personas.
Por otra parte, la jurisprudencia considera sólo cultivos en pequeñas cantidades, no en un espacio abierto tan grande que según los detractores pondría en peligro la salud pública. Si bien, la ley permite la tenencia de cannabis en una cantidad incluso superior a la del consumo propio; deja claro que siempre y cuando la persona involucrada pueda justificar que la plantación era para compartir con sus amigos. Pero, ¿cómo justificar cinco mil amigos?
LOS DEFENSORES DE RASQUERA
Sin embargo, ya hay un informe jurídico que avala la propuesta del pueblo. El documento afirma que el proyecto no traerá ninguna responsabilidad penal y asegura que el cultivo de cannabis no es constitutivo de delito en sí. Valoriza también el impacto económico y social sobre Rasquera.
Martí Cànaves, que no Cannabis, el abogado que ha coordinado el informe jurídico, está convencido de la factibilidad del proyecto. Declaró que éste fija las pautas para terminar de una vez con los problemas de este tipo de plantaciones ya que se le ha dotado de seguridad jurídica y se pondrán los medios necesarios para que no haya robos o incendios.
-Que vengan los mossos (policía catalana) si quieren, no podrán hacernos nada -afirma Cànaves.
Según él, el tema ya está maduro para que de una vez explote en algún sitio y se enderece. Sí tiene que ser en Rasquera, lo será, dice.
Las cabras de Ambrosio están, de momento, saciadas. Miran ahora embobadas la nube de periodistas que ha concurrido al pueblo, que sólo las conoce por fotos.
Ambrosio sentado, cayado en ristre, saluda a todo el mundo con un ligero movimiento de cabeza, mientras el perro Llorens ladra y salta en olor de multitudes.
-¿Qué sucederá, Ambrosio? ¿Le darán permiso a Rasquera?
-Si Rasquera lo quiere, tendrá que ser.
Fuente y articulo The Clinic Online